Rosa Ríos García, ( 1941-2023)  amazona de la vida con fe

Ángel Rafael Martínez Alarcón

En las primeras horas del lunes 17 de abril del presente año 2023, dejó de latir el corazón de mi madre, Rosa Ríos García de Lagunes. Luego de luchar como siempre lo hizo en la vida, con toda adversidad, en la segunda semana de la Pascua de Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

El cáncer fue la causa de su partida a la vida eterna, ella desde su niñez hasta el último momento, fue una mujer de una fuerte fe. Hasta el último momento luchó, pero también tenía la esperanza de las promesas de la vida eterna, su fortaleza en este último periodo de su vida, también nos dejó muchas enseñanzas, todos estos meses como el Siervo de Yahvé, vivió aceptando la voluntad de Dios, con la enfermedad.

Quiero aprovechar el presente espacio para agradecer a los amigos, compañeros de las diferentes instituciones educativas por la solidaridad en acompañarnos en los funerales, y sepelio, hasta su última morada en Bosques del Recuerdo. No hay palabras de agradecimiento por él estar ahí, en ese momento tan importante en la vida de la familia. También a los familiares que se movilizaron de los diferentes estados, poblaciones para estar ahí, en esa noche de velación. También los cientos de mensajes enviados por WhatsApp, llamadas telefónicas para darnos las respectivas condolencias. Sin olvidar las redes sociales, como Facebook, Instagram, Twitter, por donde los amigos y conocidos enviaron sus respectivos mensajes de solidaridad, y palabras de alientos, para la familia.

Hoy  las redes sociales también impactan en esta parte de la vida de la humanidad, entre lo público y lo privado, los seres humanos nos estamos comunicando a lo largo del mundo.

Nadie al nacer elige el destino de su vida, tantas circunstancias que hay que enfrentar, como dice el escritor uruguayo,Hector D` Álessandro: El tres madres. Tuve una madre biológica, María Martinez Alarcón, (1941-2020) Madre para la gestación de mi hermana Rosario  y mia. Y la vida nos dio dos extraordinarias madres adoptivas: Felicitas Bello Alvarado (1907-1982) y Rosa Ríos García de Lagunes (1941-2023) Con ella he vivido toda mi vida. Así son los caminos de la vida.

Rosa Ríos García, nace un 14 de junio de 1941, en la localidad de La Joya, municipio de Acajete, Veracruz, a unos 10 kilómetros de la ciudad de Xalapa. Sus padres Samuel Ríos, y Alicia García Olivares, oriunda de La Joya. Dos años más tarde nace Manuela.  Quedando huérfanas de madre, y llegan a Xalapa, a la casa de su madrina de bautizo, Felicitas Bello Alvarado, quién desde ese momento las adoptó como ahijadas-hijas. En su domicilio de la Avenida Revolución. Ahí donde terminaba la ciudad de Xalapa, hace 80 años. La madrina era figura pública de la pequeña ciudad, como dueña de la concesión de la gasolinera de la Cruz de la Misión, pues en esos años su primo el presidente Caballero Manuel Ávila Camacho (1895-1955) gobernaba la nación.

Rosa desde los primeros años de la vida, ya se caracterizaba como una amazona, pues el destino, siempre le puso toda clase de adversidades, las cuales  fueron superadas, por la fe que en ella siempre existió. Con un carácter fuerte, pero siempre habia una mujer  sumamente amorosa. Sus primeros estudios los realizó en el Centro Escolar Revolución, logrando terminar la secundaria. Ella no estudió por circunstancias ajenas a su voluntad.Con una extraordinaria inteligencia que no necesito titulos universitarios. Al año de casada, pierde su hogar por un incendio.

Ella desde siempre tuvo muy claras sus vocaciones, una de ella del servicio de transformar la vida de su alrededor, y de comerciante, vendió desde oro, ropa, carne,  todo que producto que hubiera una ganancia. Viajó por la famosa fayuca, ya sea  los Estados Unidos o Chetumal,  sería muy largo en enunciar la lista de lo que vendió en su vida desde la fruta de temporada. Otra de sus vocaciones fue viajar.

A los veinte años de vida, empieza una maternidad adoptiva, con Maricela, Felicitas, María Luisa, Rosario, y yo. Años más tarde contrajo nupcias con Ignacio Lagunes García, siendo casados por el Dr. José Benigno Zilli Manica,(1934-2016), primer párroco del Calvario. En 1974, nace su primer hijo Ignacio Eleuterio (1974-1992) y para 1978, nace Ana Rosa.  Ella fue nuestra madrina de primera comunión de mi  hermana y yo, con David Nader Hadad. Y  Rosario y yo fuimos sus padrinos de lazo.

Son millones de recuerdos en la memoria y en el corazón, pues ella siempre se consagró como nuestra madre, siempre lo dio todo por sus hijos. Tanto mi hermana y yo tuvimos problemas del lenguaje, pues no pararon mis madres adoptivas hasta conseguir que pudiera  hablar desde de la medicina alópata hasta la alternativa. Y los mismos pasos con los estudios. Hasta el doctorado realizado por mí siempre estuvo pendiente, y más que los realice en España.

Con el fallecimiento de mi hermano Ignacio Eleuterio,  hay una conversión al cristianismo, ella siempre fue mujer de fe. Recuerdo los domingos por la tarde releyendo la hojita Almas, donde encontraban la lectura del domingo. Siendo joven peregrinaba todos los años desde la Loya, hasta la tumba del hoy santo Rafael Guízar y Valencia, (1878-1938) de quién había visto su cuerpo expuesto en la cátedral en 1950. Muy activida en favor de los más pobres, organizando colectas de ropa o juguetes para los niños. Así como también apoyando a la Cruz Roja. Mucho tiempo fue la señorita que aplicaba las inyecciones en el barrio.

También fue mi maestra de la historia del barrio de la cruz de la misión y los habitantes de la avenida Revolución. Sus idas al circo en lo que hoy es la Rotonda, la ciudad y ella iban creciendo paralelamente. Recordaba muy bien que a los 14 años asistió a los funerales del expresidente Manuel Ávila Camacho, que había fallecido en octubre de 1955.

Como buena amazona, en el 2017, enfrentó por primera vez el cáncer. El cual pudo vencer y un par de años después. El regreso en el otoño de 2022 tuvo una ejemplar aceptación, que se llegaba el final de su vida. Siempre estuvo vendiendo su realidad en enfermedad.

Yo  hoy, como el  Paquito de Salvador Díaz Mirón, (1853-1928) ¡ Qué bien  me acuerdo¡  de cada aliento, de cada paso, beso, regaño, de todo exquisito sazón para la comida. Hasta siempre madre de este hijo que nunca estuvo altura.