EL BIEN COMÚN, TAREA DE TODOS
Todas las personas somos imagen de Dios (Gen. 1, 27). Por esta razón,
debemos buscar la unión con Dios y con los otros para forjar y sostener un
desarrollo integral que beneficie y promueva a todos. La solución a los graves
problemas de México está en la participación activa y consciente de todos los
ciudadanos. La sociedad en general necesita urgentemente organizarse para
generar las iniciativas y proyectos viables con el propósito de hacer realidad
los proyectos humanos y cristianos que conduzcan a la paz, a la fraternidad y a
la comunión de un destino común. Estamos sumergidos en una sociedad
divida, pues cada uno quiere hacer prevalecer su punto de vista. No somos
capaces de escucharnos con paciencia y atención en proyectos para el bien
común.
En esta línea de colaboración, el padre Stuart C. Bate agrega y sostiene que
los cristianos y las autoridades deben caminar juntos en asuntos para el bien
común: “Los seres humanos viven en el contexto de la historia, pero, al mismo
tiempo, se esfuerzan por preservar su vocación eterna (Gaudium et Spes 76).
Por eso, en temas referentes al orden temporal, hay aspectos en los que
claramente la Iglesia y el Estado pueden colaborar”. El ambiente social es un
bien común en el que todos podemos y debemos participar para vivir y cumplir
con la vocación divina y humana de todo ciudadano. Nadie se debe quedar al
margen ante los problemas y soluciones que competen a todos. Es un derecho
y deber de todos la participación en el bien común.
El mejor lugar para formar, en la participación del bien común, a cada
ciudadano que vive en la sociedad, es la familia. Ésta necesita ser valorada con
toda la riqueza que contiene para el bien de la persona humana. Hemos
olvidado constantemente que en la familia se enseña a amar y a respetar a los
demás y a Dios. El amor a los demás y a Dios son la base para que la sociedad
se regenere e inicie un proceso integral de renovación en el interior y exterior
con el fin de que la persona se integre en una sociedad madura y solidaria. Las
sociedades maduras, solidarias e inteligentes no se dan por generación
espontánea. La familia es la primera fuerza humana y espiritual para el cambio
en todas las direcciones correctas. Solos ya no, juntos siempre por el bien
común.
Pbro. Juan Beristain de los Santos
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa

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