Próximo regreso a la escuela
Agustín Basilio de la Vega
En estos días de agosto los padres de familia están apurados con la compra de las mochilas, uniformes, zapatos y los útiles escolares que sus hijos requieren para asistir a las escuelas de los diferentes niveles educativos. A los gastos anteriores ahora se sumarán los libros de editoriales y las clases particulares necesarias para suplir las carencias de los inconstitucionales y fallidos libros de texto gratuito.
La angustia de las familias se incrementa porque muchas veces se deja para el último momento o no se tiene contemplada la inversión en educación y porque para la mayoría es difícil planear y establecer un ahorro o “guardadito” para estos fines. Muchos piensan que la educación es gratis, pero en realidad no lo es porque millones de mexicanos pagan con sus impuestos los fondos que el gobierno destina para las escuelas y el pago de los maestros y si además es de mala calidad, se tienen que hacer otros gastos en educación privada o con material adicional.
Recuerdo de niño, que mi papá y mi mamá, me compraron una “mochila de cuero” para ir a la primaria lo suficientemente grande para que cupieran todos los libros, cuadernos y útiles y para que me durará toda la primaria. Con tiempo, antes de entrar a clases, se adquirían los juegos de geometría, los croquis plásticos del estado de Veracruz y luego de la república Mexicana (eran transparentes, pero de color amarillo) y el cuaderno Gader para fortalecer el aprendizaje de las matemáticas. Mi mamá siempre estuvo al pendiente de que no me faltara ropa y calzado, así como los trajes para los festivales.
Para mis padres lo más importante era que tuviera todos los útiles, cuadernos y libros necesarios. En la secundaria me compraron una calculadora y todos los textos que encargaron los maestros. Use un portafolio Samsonite de plástico que me duró incluso durante la preparatoria. Uno de los libros que más utilicé fue el Baldor de algebra. También me enseñaron a reciclar y utilizar material de otros ciclos escolares.
Durante el bachillerato y la universidad, en plena devaluación de los años 70 y 80 s, mi papá hizo un gran esfuerzo y sacrificó muchas cosas en aras de que no me faltaran los libros y el material de dibujo técnico (grafos, regla te, estilógrafos, lápices, escuadras, restirador etc.) siempre me dijeron en casa que cuidara todo y que la educación era lo mejor para mí.
En mi paso por la universidad pública me di cuenta que no todos teníamos libros en casa y entendí cuán importante era tener acceso al conocimiento. Cuando aparecieron las computadoras, yo ya ganaba algunos pesos en trabajos eventuales y recuerdo que pude adquirir una computadora personal “Big 20” en la que se podía programar en “Basic”. Había comprendido que la mejor inversión que se puede hacer en la vida es en educación.
La autoridad educativa actual, en lugar de eliminar los libros de matemáticas, debería de introducir la formación en finanzas personales para los niños de primaria. Con esta asignatura, los menores podrían valorar desde temprana edad, el esfuerzo que hacen sus padres y el país en su educación y así cuidar mejor sus libros y útiles y llegado el momento, puedan planificar su vida para contribuir al desarrollo del país. X @basiliodelavega 14 de agosto de 2023