Tras recibir el ‘bastón de mando’ de un centenar de líderes indígenas, propone establecer la ‘calpucracia’, portar armas, legalizar la mariguana, guardias comunitarias y que los municipios sean el cuarto poder.
Gardenia Mendoza.
Proviene de la descendencia de Teresa Francisca, hija de la primera mujer de Moctezuma Xocoyotzin –misma que falleció durante el parto–, una de las pocas que pudo escapar a la muerte en los enfrentamientos con los invasores españoles y tlaxcaltecas, como da cuenta el Archivo General de la Nación. Se llama Ituriel, tiene 40 años, es el más politizado del linaje que busca contender por la Presidencia de México y fundar el Partido Pacto por Anáhuac.
“Sí acepté la encomienda”, dice después de que la Asamblea Nacional del Pacto por Anáhuac le entregó hace 15 días el ‘bastón de mando’, en una ceremonia de incienso y copal, tambores y caracoles, rezos y danzas en San Juan Teotihuacán.
Entre sus propuestas está la inclusión del sistema de derecho indígena a la Constitución, la portación de armas, la legalización de la marihuana, que los municipios sean un cuarto poder y la facultad de la población a formar sus guardias de seguridad.
El descendiente del emperador mexica que tuvo el primer contacto con los “invasores” españoles asegura en entrevista con MILENIO que una de sus principales aportaciones será promover la enseñanza del calpulli, que es una extensión de tierras formada por un conjunto de familias.
“En la ‘calpucracia’ se elige a los representantes de los municipios a través de un sistema que llamamos Estado circular”, describe.
«Nosotros proponemos que cada familia elija a un representante y luego cada representante de familia escoja al dirigente de manzana y el grupo de esos líderes electos de cuadra elijan al de la colonia y los representantes de las colonias finalmente al presidente municipal».
–¿A mano alzada?–.
«No, no, una elección vigilada por el INE y, en esencia, totalmente ciudadana, sin necesidad de partidos políticos».
–¿Un cambio radical en el sistema electoral?–.
«Sin duda».
Zapata y ‘Tacho’ lo apoyan
En el evento de lanzamiento de la candidatura de Moctezuma se sumaron más de un centenar de representantes de etnias y otros simpatizantes de todo el país con mantas, bordados, ayoyotes y plumas.
El descendiente del noveno Huey Tlatoani que gobernó Tenochtitlán de 1502 hasta la llegada de los españoles, quedó cinco siglos después a la cabeza de un movimiento “ancestralista” –basado en tradiciones indígenas mexicanas– que quiere institucionalizarse y está abierto a sumar a quienes crean en su propuesta, sean o no de pueblos originarios.
Entre los actuales dirigentes hay gobernadores indígenas, doctores en ciencia, portavoces de derechos humanos, luchadores sociales y otros descendientes de figuras y movimientos históricos como Tiburcio Zapata o Mario Ortíz Tobilla ‘Comandante Tacho’, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, quien ha dicho que la lucha indigenista por las armas “quedó atrás”.
“Nuestros ocho mil años de cultura de Anáhuac pueden ayudar a resolver problemas del país”, plantea el tataratataranieto de Moctezuma.
“Se trata de recrear las mejores prácticas y conocimientos ancestrales e implantarlos en el mundo moderno para hacer con las dos cosmovisiones un México que merezca estar en un alto puesto de las mejores naciones del mundo”, comenta el zapatista.
La población total de indígenas en México es de 11.8 millones de mexicanos, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía; esto representa el 9.4 por ciento del total de la población, de los cuales 7.3 millones hablan una lengua originaria.
“Estos pueblos conservan formas de organización política, social y económica que valen la pena”, destaca Álvaro Visuet, vocero del Pacto por Anáhuac que pretende reunir las firmas en septiembre próximo y tener el registro en 2025.
En tanto, Ituriel Moctezuma solicitó al Instituto Nacional Electoral (INE) aparecer en la boleta comicial con nombre y foto para la contienda de este año como un candidato libre, sin afiliación a partido político registrado.
La ley mexicana incluye la figura de candidatos independientes para la Presidencia del país siempre y cuando se presenten como una asociación civil y recaben el uno por ciento de la lista nominal de electores, distribuido en al menos 17 entidades federativas con igual porcentaje en cada una de ellas.
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Una vez que se cumplen estos requisitos, el Estado financia su campaña. Pero no es el caso de Ituriel, ingeniero eléctrico y electrónico por la Universidad Nacional Autónoma de México.
“No estoy pidiendo dinero, sino simplemente aparecer en la boleta, es mi derecho constitucional”, afirmó tras entregar la petición el 15 de noviembre de 2023.
Sin embargo el INE determinó “improcedente” la petición en sesión del Consejo General del pasado 18 de enero, debido a que no solicitó el registro como candidato independiente o a través de un partido, que son las dos formas establecidas en la Constitución.
El militante continuador de la ‘Compañía de Dragones Quetzalcóatl’ asegura que analizará si recurre a un amparo por considerar que, con esa negativa, “se violan los derechos de los pueblos originarios a elegir sus representantes por sus sistemas normativos y tradicionales”.
Tataratataranieto de Moctezuma busca la Presidencia de México. | Foto: Gardenia Mendoza.
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Los Moctezuma
Uno de los ejes rectores del Pacto por Anáhuac es el cambio del discurso, bajo la premisa de que quien se adueña de este, se apropia de la realidad. Por eso se centran en el cambio de lenguaje: no fue conquista, sino invasión. No hacían sacrificios humanos, sino “muertes honrosas” reglamentadas, similar a la pena de muerte en algunos países.
No fueron el bloque perdedor sino que han estado presentes en todas las etapas de la historia después de la caída de Tenochtitlán. Ituriel dice que los Moctezuma mantuvieron durante el Virreinato los sistemas normativos de la herencia indígena, así como durante la Colonia, a través de la República de Indios de San Juan Tenochtitlán; en la Independencia, con Francisco Moctezuma que organizó en el Congreso de Anáhuac de 1813 junto con Morelos y Guerrero, a través de la cual se proclamó la Independencia de México y se sentaron las bases para desplazar a la Nueva España.
El linaje del que proviene Ituriel Moctezuma tiene documentado su árbol genealógico desde Moctezuma Xocoyotzin, conocido como el penúltimo emperador azteca, quien tuvo 20 hijos con distintos matrimonios; de los cuales, 16 murieron en las batallas contra Hernán Cortés y sus aliados.
Sobrevivieron cuatro hijos: Teresa Francisca, María Leonor, Pedro e Isabel (Tecuichpo Ixcaxochitzin), según documentación en el Archivo General de la Nación.
Arnold Labeuf, investigador de la Universidad Jaguelónica de Cracovia, partió de ese archivo para seguir particularmente a los descendientes de Teresa Francisca, la única hija del huey tlatoani que no se mezcló con hispanos: se casó con Diego Huanitzin Alvarado, hijo de Cuitláhuac, quien cayera muerto por viruela.
De esta unión nació Pedro Cortés de Tlacopan, el mismo que renunció a la vida novohispana de la Ciudad de México y se fue a vivir a Chilapa, hoy Guerrero, en busca de los nobles mexicas que huyeron a esa zona tras la caída de Tenochtitlán.
En principio iba a organizar la reconquista de Tenochtitlan, pero se enamoró y se casó con Ana, descendiente del monarca Nezahualcóyotl, de Texcoco. De esa unión nació el primer Moctezuma de Chilapa: Joseph Moctezuma.
Joseph pidió a la corona española que se le permita usar el Moctezuma como apellido porque la palabra significaba un título nobiliario mexica para la gente sabia.
“Tener el apellido era muy importante para el linaje, la tradición y la herencia de Tenochtitlán”, observa Ituriel.
Posteriormente, el rey Felipe IV dio a la descendencia el cacicazgo y la mayoría de Chilapa para su control, según el historiador de la UNAM, Jesús Hernández. Los descendientes de Chilapa se multiplicaron por toda la región, el país y el mundo. En el siglo XXI, se calcula que hay unos 300 descendientes vivos. En 2022 murió Andrés Moctezuma, abuelo de Ituriel con 104 años, quien sumó 40 hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.
Hay gente que emigró a Estados Unidos, otra que sigue en Guerrero o se dispersó por Morelos y la Ciudad de México. Hay campesinos, artesanos, economistas, abogados, médicos, empresarios, diseñadores y ahora uno que da una batalla política importante, como un símbolo… ¡el regreso de los Moctezuma!
Tataratataranieto de Moctezuma quiere participar en elección de 2024. | Foto: Gardenia Mendoza.
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Autodefensas y cuarto poder
Con un penacho de largas plumas negras y coloradas, una mujer se hincó con la copa del incienso en la mano al centro del círculo de los gobernadores indígenas de cada estado a quienes minutos antes se les había dado la encomienda de ser representantes locales del Pacto por Anáhuac.
Habían formado un círculo vestidos con guayaberas o ponchos; faldones largos o playeras grabadas con iconografías prehispánicas para presenciar la firma del nombramiento a la candidatura presidencial.
El humo que soltó la mujer del penacho rodeó la cabeza de Ituriel Moctezuma frente a sus dos hijos y su esposa mientras él pensaba en la responsabilidad de su apellido y su diferencia con otros partidos. ¿Qué es eso que tienen que rescatar de los ancestros el Pacto por Anáhuac? Se concentró en dejarlo claro. Primero para sí mismo, luego para este diario:
Una aportación central será promover ‘la calpucracia’, un sistema cooperativista que legitima al poder municipal. La segunda transformación que empujará es el derecho a la defensa de las comunidades.
“Esto implica que cada hogar tiene derecho a un arma y cada municipio tiene derecho a formar sus propias guardias comunitarias”.
–¿Como ordena el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pero sólo para los indígenas?–
«Exacto. Ahora sólo los pueblos originarios tienen ese privilegio y la seguridad interna de cada municipio debería ser responsabilidad de sus propios pobladores con derecho a la portación de armas y a elegir a sus vigilantes en asambleas abiertas y transparentes, para que se garantice que los elementos sean las personas más ejemplares».
–¿Es lo que ha hecho falta al municipio contra el crimen organizado?–
«Entre otras cosas. El municipio debe ser también un cuarto poder equiparable al Poder Judicial, el Ejecutivo y el Legislativo, porque le concierne la educación, la alimentación, la salud, la economía, todo. Debería haber un consejo municipal que sirva de contrapeso porque las decisiones de los otros poderes le afectan directamente».
Otra propuesta es el libre cultivo de todas las semillas nativas para los pueblos originarios.
“La marihuana no debería estar prohibida porque la cultura indígena es de la tierra y la prohibición es contrario a su filosofía y cosmogonía; es una inmoralidad y una soberbia humana adjudicarse el derecho a prohibir la vida y reproducción de cualquier especie animal o vegetal”.
¿Polémico? Según quien lo mire. La tierra es lo más sagrado, da la vida, dijo, y por eso también el Pacto por Anáhuac quiere que las comunidades disfruten de los frutos de la tierra de una forma más contundente, sea para el cultivo, la minería, la alimentación…
“Las ciudades ahora no son autosustentables para la alimentación y nosotros impulsaremos grandes sembradíos para que lo sean; por ejemplo para la Ciudad de México podría usarse el extinto lago de Texcoco”.
Autodefensas y cuarto poder. | Foto: Gardenia Mendoza
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¿Idealización de lo indígena?
Como su estrategia central, el Pacto por Anáhuac pretende que la Constitución se armonice con el derecho indígena, “que no sea solamente un documento basado en el Derecho romano y anglosajón, sino que las formas de organizaciones ancestrales estén plasmadas para que el mundo antiguo y el mundo moderno logren un cauce en este siglo XXI”.
Los objetivos del Pacto por Anáhuac son más abstractos e inspirados en la idea de una sociedad prehispánica cuasi perfecta.
«En Tenochtitlán la educación era universal, en Tenochtitlán no había pobres ni injusticia”, suelen decir los representantes; sin embargo, algunos historiadores consideran que esa parte del discurso es una romantización o idealización del pasado».
Clementina Batcook, investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, destaca que hay muy pocos datos verificables que hablen de cómo vivían los estamentos inferiores de la cultura mexica prehispánica, como para determinar el nivel de desarrollo en la equidad social.
“Todo lo que se sabe es del estamento superior, de los nobles o pipiltin, sin embargo, algunas fuentes dicen que sí hubo pobreza, incluso en algunos momentos duros los mexicas tuvieron que vender a sus hijos a la gente de Chalco porque no tenían qué comer”, explica.
“En el tema educativo, hay evidencia arqueológica de los calmecac, que eran lugares donde los nobles aprendían cuestiones de la guerra, posiblemente como luchar y cantar y recitar; pero del famoso Tepochcalli, la institución para el estamento inferior, no hay registro preciso de qué tipo de enseñanzas, solo se sabe que en la casa los padres daban consejos de cómo ser buen hijo y que esa educación empezaba en la familia”.
Al respecto, Álvaro Visuet, vocero de Pacto por Anahuac, destaca que aunque no haya suficientes documentos históricos y otros fueron escritos desde la “visión eurocentrista”, los mexicas y otros pueblos originarios siguen siendo una cultura viva que aún practica lo aprendido de sus ancestros a través de la tradición oral. “Ahí están”, evidencia.
El año pasado, por ejemplo, los pueblos originarios sumaron un triunfo cultural cuando el Congreso reconoció a los saberes ancestrales mexicanos como conocimientos científicos con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
“Son conocimientos que han sido transmitidos de generación en generación por siglos entre nuestros ancestros, que experimentaron la vida en la Tierra y sus fenómenos físicos antes que nosotros, y los hemos ignorado”, sostuvo la diputada María Eugenia Hernández, autora de la iniciativa.
Foto de Milenio.