«A veces estoy inmerso en la nada, y despierto frente a la eternidad de mis sueños. Contemplo el tiempo vivido. Con todas las fuerzas las manos se aferran al viento. Observo el pasado, y me encuentro hace años en la Casa del Lago, en Xalapa frente a Diego «El Cigala». Alrededor, pocas personas que ni siquiera les interesa degustar este inolvidable concierto. Aplaudimos y saludamos al rey del rastro en Madrid. donde camino en busca de objetos del pasado, y me siento en Tepito. Cierro los ojos y prosigo sosteniéndome del aire. Mientras la voz de Cigala permanece en mis oídos. Saludos». Lo escribió hace unos días el escritor Raúl Hernández Viveros, quien presentó allá su libro «Anda Luz», y lo publicó «La Jornada Semanal».