Te quiero a las diez de la mañana.
«Te quiero a la diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces en las tardes de lluvia. Luego vuelvo a quererte cuando nos acostamos, y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay hora, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti en mucho tiempo. Ya ves ¡quién podría quererte menos que yo, amor mío!». Es parte del poema de Jaime Sabines, que subió David Quitano Díaz al Facebook.