A la que pasa.
«La avenida estridente en torno de mí aullaba.. Alta, esbelta, de luto, en pena majestuosa.. Pasó aquella muchacha, con su mano fastuosa.. Casi apartó las puntas del velo que llevaba… Agil y ennoblecida por sus piernas de diosa.. Me hizo beber crispado, en un gesto demente.. En sus ojos el cielo y el huracán latente.. El dulzor que fascina y el placer que destroza… Relámpago en tinieblas, fugitiva belleza.. Por tu brusca mirada me siento renacido.. ¿Volveré acaso a verte? ¿Serás eterno olvido?… ¿Jamás, lejos, mañana? pregunto con tristeza.. Nunca estaremos juntos. Ignoro a dónde irías.. Sé que te hubiera amado. Tú también lo sabes».
El vino de los amantes.
¡Hoy es espléndido el espacio!.. Sin freno, ni espuelas, ni brida.. Partamos a lomos del vino.. hacia un cielo divino y mágico… Cual dos ángeles torturados.. por implacable calentura.. En el cristal azul del alba.. sigamos tras el espejismo… Balanceándonos sobre el ala.. del torbellino inteligente.. En un delirio paralelo… Hermana, navegando juntos.. Huiremos sin reposo o tregua.. Al paraíso de mis sueños».