Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano respondió ante la crisis fenomenal de su partido como siempre lo ha hecho ante las pruebas que le ha puesto la historia: huyendo.
Sé que con esto que acabo de escribir, muchos izquierdistas que le tienen una adoración religiosa al ingeniero se van a indignar estentóreamente, se van a mesar las barbas, me van a acusar o a insultar, pero lo cierto es que don Cuauhtémoc ha decidido una vez más tomar las de Villadiego (que es lo mismo que decir que escapó graciosamente) ante una situación difícil que le implique realizar acciones o encabezar movimientos por el bien de su instituto político, de la izquierda y/o del país.
Siempre se ha acogido a la conveniente prudencia, o a los intereses mayores de la nación o a algún pretexto similar.
En 1975 convenció al entonces candidato José López Portillo para que lo designara aspirante a Senador de la República por el PRI, y a los tres meses de que ocupó el cargo, renunció.
En 1987 renunció al PRI, después de haber encabezado la Corriente Democrática y se convirtió en candidato a la Presidencia de la República postulado por el PARM, al que se sumaron el PPS y PFCRN y varias asociaciones de izquierda, con los que se formó el Frente Democrático Nacional.
En 1988, cuando ganó la elección para la Presidencia de la República, se sabe ahora que negoció con el poder instituido (representado entonces por Miguel de la Madrid Hurtado y ejercicio sin cortapisas por Carlos Salinas de Gortari) para evitar -según él- un estallido social que traería muchas desgracias al país. Renunció pues a encabezar un movimiento nacional democratizador.
En 1993 renunció a seguir siendo aliado de Porfirio Muñoz Ledo, cuando le impidió que ocupara la presidencia del PRD.
En 1999 renunció al cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal, que había ganado en elecciones dos años atrás.
En 2005, cuando las bases perredistas ya no quisieron que fuera su candidato presidencial por cuarta vez, medio renunció al partido, pues se alejó visiblemente para mantener una sana distancia.
El 19 de junio de 2006 le aceptó al Presidente Felipe Calderón el puesto de Coordinador de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, pero… renunció al cargo el 8 de noviembre de aquel mismo año.
El martes pasado, después de reunirse con la dirigencia del PRD encabezada por Carlos Navarrete (a la que le pidió que hiciera lo que él mejor sabe hacer: renunciar), anunció que dejaba su partido y se hizo a un lado de la bronca. Lo dicho: qué conveniente le resulta su prudencia.
Una larga serie de huídas define la vida política de Cuauhtémoc Cárdenas. Cuando ha tenido que enfrentar un movimiento nacional por la democracia, un cargo importante o la recomposición de su partido, de manera muy conveniente prefiere escapar por la puerta falsa de la renuncia.
Ésa es su especialidad.
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