Después de muchas especulaciones y opiniones a favor y en oposición, fue, por fin, aprobada por el Congreso veracruzano la reforma que posibilita la elección de gobernador para un periodo único de dos años. Con eso, entre otras muchas incertidumbres, comienza 2015.
No se hicieron esperar ciertos “pataleos”, no muy intensos ni firmes, como se hubiera pensado. Más bien fueron reacciones débiles frente a un “palo” bien asentado que, como dice el refrán popular, ni Dios lo quita, y así fue. Ahora a apechugar.
No cabe duda que el proyecto salió avante en su cálculo político. Ello permite impulsar un juego conveniente a intereses del poder local y de este modo proyectar a personajes del entorno gubernamental, para operar a modo y, en este juego, sacar candidatos a las diputaciones federales de este año y tener en alguno de ellos quien encarne una posibilidad para la gubernatura en 2016. Hasta ahí, todo muy bien.
Sin embargo, todavía falta ver los inminentes desenlaces. Lo que habrá que ver es si la política del centro, se conforma a tolerar que los intereses políticos del estado priven sobre los mayúsculos interese políticos de allá. Quien crea que ya todo está cocinado puede llevarse una desagradable sorpresa. Una es la óptica en la provincia y otra muy diferente es lo que al final se resuelve en la capital del país. Así que lo más aconsejable es esperar y no dar por sentadas expectativas inciertas.
Sobre todo, no hacia las candidaturas a las diputaciones, que ahora serán por igual para mitad mujeres y mitad hombres, no. En este caso lleva la prioridad el poder local. Lo que si no es muy claro y se piensa que no se dejaría a la decisión local, es la sucesión de la gubernatura, no la siguiente dentro de dos años, sino la próxima de seis años, que coincidirá con la renovación del Poder Ejecutivo Federal.
Por primera vez en 2016, sin ningún antecedente, al cabo de un gobernador de dos años, que todavía está por verse quien será, en 2018 habrá otro candidato al gobierno de Veracruz y coincidirá con el candidato a la presidencia de la República. Como nunca antes se ha dado ese caso, no se sabe, por supuesto, como se resolverá. Lo que sí es de suponerse es que el poder federal estará prevaleciendo sobre el estatal.
No se apostaría ni se advierte que quien sea el próximo candidato a la presidencia de la República quiera renunciar a apoyar a un candidato ajeno a su conveniencia política, con quien gobernará seis años, para dejar que prevalezcan maquinaciones aldeanas. En fin, todo está por verse pero no falta mucho por comenzar a aclararse el panorama electoral en el ya iniciado 2015.
2015 que no puede empezar con peores augurios. Petróleo arrastrando la cobija, el peso en el despeñadero, la bolsa de valores, en el sótano y las finanzas públicas del país y del estado en condiciones difíciles, por decirlo suavemente no con la crudeza que la evidencia no puede ocultar y que, obviamente, las instancias oficiales se empeñan, inútilmente, en matizar.
Cambiando de tema, a principios de año, llama la atención por desusado y sorprendente el discurso papal de Francisco, que representa una sacudida al árbol de la virtud que produce muchos frutos podridos. En un tono sin estridencias pero con mucha firmeza, reconvino a gran parte de la clerecía que ha abandonado los caminos de Dios, cuando ello es la negación a la doctrina que el catolicismo proclama. Aún cuando su postura reconcilia a la grey de su iglesia con la cordura, no deja de tener resistencias dentro de cierta curia, sobre todo vaticana, que verá afectadas sus prácticas casi mafiosas, la cuales funcionan en detrimento de las grandes encomiendas sacerdotales.
La misión pastoral, la evangelización, lo que constituye la esencia de esa doctrina se ha ido perdiendo en aras de un activismo político con tintes seudosociales, que el propio Papa ha condenado; practicas descalificadas a las que México no ha sido ajeno, aprovechadas por algunos clérigos que validos de su investidura, se acomodan ropajes de redentores populacheros, ajenos a su verdadera vocación misionera. Eso sin desconocer sino, por el contrario, reconocer la valiosa acción de la mayoría de sacerdotes que bien cumplen con su alta misión espiritual.
Lo cierto es que comienza un nuevo año, con problemas que de ninguna manera deben invitar al desencanto y lamentaciones estériles, ¡No! No son horas de cantar un himno a la alegría pero tampoco de entonar canciones de fracaso e impotencia. El camino es cumplir con los Deberes Humanos, no solamente pedir el cumplimiento de los sobre magnificados Derechos Humanos, sino atender a los olvidados deberes.
Y por supuesto queda el maravilloso recurso, la formula idonea que pregonó Don Adolfo Ruiz Cortines, cuando la corrupción y la impunidad aún no se apoderaba de la nación:” México al Trabajo Fecundo y Creador”