Se los dije y no me creyeron, les dije que me iba a dar algo y ya ven, me dio una gripa fulminante que si no me cuido y no fuera tan dramático diría que está en los límites de la influenza. Lo peor del caso es que mañana me toca la salvaje tarea que comparto con millones de meshicas: cuidar al niño porque en las escuelas toca el famoso Consejo Técnico (vamos bien, y viene lo mejor). ¿Cómo le hago? Porque en la televisión se están poniendo muy rudos y ya nada más pasan cinco minutos de programa por cada quince de comerciales políticos, y en todos, invariablemente, los partidos están dibujando un panorama en donde, ohmaigod, ahora sí nos va a quedar un México de primer mundo… por fin se acabará la corrupción, por fin llegarán los que sí saben cómo hacerle, por fin un partido renovado y con nuevas ideas, por fin, por fin, por fin, han llegado nuestros salvadores.

Nooooo, si los mexicanos seguimos hechos una chilla es porque no habían llegado estos buenazos. ¡Qué lástima que se hayan demorado tanto tiempo! Y ante eso sólo queda preguntarse quién es el idiota (¿acaso seré yo señor?).

¿No deberíamos creerle a nadie? ¿O deberíamos darles el beneficio de la duda? Deberíamos escudriñarlos con ojos inquisidores como los que utilizaba mi mamuchis cuando se le perdían las monedas del frasquito de los cambios. Cada que se descuidaba y nosotros andábamos con ganas de una golosina, una mano hasta hoy desconocida mermaba el botecito. La señora madre formaba a sus vástagos y ponía una ensayadísima cara de sargento mal pagado al principio y después se dejaba caer en el sofá como Dolores del Río. ¡Ay! Ustedes me quieren matar, de tristeza o de coraje pero me quieren matar, no es posible que no se les pueda tener confianza, porque como saben que aquí tienen a su madre que todo les perdona, abusan, abusan de mí y de mi paciencia, pero claro, qué se podía esperar de ustedes si su padre solo viene en las noches y en lugar de ponerlos en su lugar se los festeja, ya quisiera verlo a él aquí fajado con ustedes y yo yéndome a trabajar en su oficinota donde nada le falta y hasta deben andar dos o tres lagartonas detrás de él. Pero mami, nosotros no fuimos. Es que ya no se les puede creer, qué casualidad, antes culpaba a la Lupe o a Lilia, pero ya ni están y me sigue faltando dinero, no hay moral, no hay respeto. Pero mami. Qué mami ni qué nada, tomaba una pose de matrona cuenqueña, soltaba un suspiro y se levantaba muy digna tan solo para seguir su perorata pero ahora de pie y rodeándonos, y siempre terminaba aguantando vara: pero la culpa la tengo yo, que no escondo bien el botecito.

Después de tantos años lo que no me explico es por qué no escondía como Dios mandaba el botecito. En el fondo siempre creí que lo hacía a propósito y que lo dejaba a nuestro alcance para nuestro uso, goce y usufructo, por mucho que luego nos hiciera tanto drama, porque como dijeran los memes modernos: si ya sabe cómo éramos ¿para qué nos lo dejaba a la mano?

Lo mismito pasa ahora, ya sabemos cómo son y de todas formas caemos rendidos ante sus sibiliscas lenguas. Nooo, si como dijera mi madre, ya no hay moral, no hay respeto. Veo y vuelvo a ver los comerciales. El PRD dice ¿por qué nos faltan 22,000? Corrección… nos faltan 22,043. El PAN dice que trae nuevas ideas, que vuelve el PAN Reload, y no se fija en el cochinero que nos dejó. Y los del PRI, Jesús de Veracrú, esos ya no saben qué inventar porque ellos han patentado el descaro.

Hay que pensarle, y muy bien, en qué vamos a hacer de aquí al 07 de junio, aunque ahorita, créalo o no, me preocupa más qué haré este viernes de Consejo Técnico.

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