Este 5 de febrero nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos cumple 98 años, y dentro de dos añitos más será su centenario. No sé por qué me quedo un poco desalentado al preguntarme si verdad es “nuestra” y si es de los Estados “unidos” o “sumidos”. Opto mejor por alejarme del pesimismo –a pesar de que la realidad no nos da mucho margen-, y hacer votos por que salgamos del atolladero en el que sobrevivimos la mayoría de los mexicanos. El camino no está nada bueno, por mucho que tengamos optimismo. El futuro no promete, México se mueve pero pa’ tras. ¿O no?
Claro, hay que seguirle, la última y nos vamos. A propósito de su novela A Lupita le gustaba planchar, Laura Esquivel expresó en entrevista: “La inseguridad, la corrupción, el narcotráfico, el dinero y el poder son ingredientes en el dibujo de una sociedad donde la injusticia y el desamparo son lo cotidiano. A través de Lupita se manifiesta el espíritu de un pueblo que está buscando la salida. (…) no es necesariamente a través de la política. Es a través de la gente organizada como se va a ir recuperando esta salida”. Ojalá.

Los días y los temas

La diputada Gladys Merlín Castro ha organizado –para los legisladores, secretarios, coordinadores y personal técnico del Congreso estatal que tienen que ver con el tema- una interesante Conferencia Magistral: “Liderazgo con Ética en el Diseño de las Políticas Públicas, Convicción Legislativa. Una Perspectiva Europea”, impartida por Stephen Murray Kiernan. Será este 5 de febrero, a las 10:30 horas, en la sala “José María Mata” del Palacio Legislativo. Bien por ella; sigue trabajando duro.

De cinismo y anexas

El siguiente texto, del libro La sabiduría de los chistes, de Alejandro Jodorowsky, me recordaron ciertas ciudades.
“El país de las calles pavimentadas con oro.
“Habiendo llegado a ser uno de los actores más famosos de Hollywood, Burt Lancaster no ha olvidado jamás su infancia en el barrio irlandés de Nueva York. Al respecto, cuenta lo siguiente:
“Cuando mis padres emigraron de Irlanda para probar fortuna en los Estados Unidos, tenían la idea de que en este país las calles estaban pavimentadas con oro. Al llegar, mi padre constató tres cosas:
1. Que las calles no estaban pavimentadas con oro.
2. Que ni siquiera estaban pavimentadas.
3. Que para pavimentarlas, se contaba con él”.
“Cuando comienzo a emprender el trabajo espiritual, creo que, en lo que a mí toca, todo está hecho. Doy por sentado que voy a encontrar maravillas. Pienso que las calles están pavimentadas con oro. Tengo ilusiones. Sin embargo, cuando encaro estas ilusiones, me doy cuenta de que no existe nada de lo que yo creía y que para obtener lo que quiero, debo hacerlo yo mismo”.
Por lo pronto, ahí se ven.