No hay que empantanarse ni rasgarse las vestiduras, Francisco fue imprudente, estamos todos de acuerdo con ello, pero el argentino no faltó a la verdad… desgraciadamente. Estigmatizar al país con un calificativo peyorativo como es «mexicanización», pues sí, nos duele, nos incomoda, para algunos podría ser una afrenta o incluso un insulto, pero es una verdad. En este país ocurren cosas desde hace un tiempo que en ningún otro país del mundo ocurren, atribuibles tanto al ámbito público como al de los particulares. No somos un Estado fallido, somos los primeros en descalificar esas versiones, pero en México ocurren crímenes imnombrables, incalificables, que lo menos que producen es una vergüenza infinita y, a veces, hasta un profundo dolor. No hay que espantarse entonces por un retrato que nos pinta de los pies a la cabeza. Así pasa cuando suceden estas cosas: colombianización, efecto tequila, amafiarse, etc., son sellos distintivos que llegaron para quedarse.