El cese de José Miguel Herrera Aguirre, alias “El piojo”, al frente de la dirección técnica de la selección mexicana –o sería más adecuado llamarle combinado tricolor, azteca y/o mexicano, nunca seleccionado nacional. Nacional solamente el Ejército o la Marina, nunca un equipo de fútbol, ¡por favor!-, es un digno colofón de esto que podríamos catalogar como la eterna comedia mexicana.
Es lo más cercano a un mundo bizarro, ¡bizarrismo puro! –¿se acuerdan de los cuentos del mundo bizarro de Superman?-. Sólo en México pueden ocurrir estas cosas, es decir, que a un técnico de la selección se le tenga que cesar exactamente después de haber ganado un torneillo, eso sí de muy poca monta, como lo es la Copa de Oro. Es cierto que a lo mejor este tipo de cosas a muchos mexicanos y mexicanas es una entre un millón de cosas que en este mundo les tiene sin el menor cuidado –por no decir que les vale madre-, y tienen toda la razón. Como dice Javier Solórzano, “el fútbol es lo más importante de lo menos importante”, pero esto que pasó con Miguel Herrera no se puede ignorar.
Con sus imprudencias y carácter irreprimible el “piojo” lo único que hizo fue matar a la gallina de los huevos de oro. Que le decían de todo Martinoli, Joserra y compañía, pues le hubiera valido queso. Este hombre, entre lo que le pagaba la Femexfut y los contratos de publicidad que tenía, incluido lo que le pagaba Manuel Velazco Coello, el gobernador de Chiapas por la campaña “Chiapasionáte”, no dejaba el mes, por lo bajito, por menos de 10 melones, aparte de los privilegios que conlleva dirigir a la selección que te permite andar viajando y viaticando por prácticamente medio mundo.
Soy de los que piensan que el “piojo” más que un técnico, pero lo que se dice técnico al estilo de Ricardo Lavolpe, Nacho Trelles, Vucetich o Ricardo “el Tuca” Ferreti, es un gran motivador, con un esquema de juego muy práctico –línea de 5, con dos carrileros que se suman al ataque-, que trata muy bien al jugador y que, como dicen por ahí, gusta de decirles la neta –hablarles “al chile”-, sin mayores rodeos, lo que le dio muy buenos resultados con los seleccionados, cosa que además contrastaba con los estilos del “Chepo” de la Torre, que es de esos tipos antipáticos, que se creen hechos a mano y que descienden del olimpo, pero hasta ahí, sin embargo hay que reconocerle a Miguel Herrera que su selección nos dio muy buenos momentos durante el pasado mundial como el partido ante Croacia, el sufrido empate ante Brasil y los 65 minutos de juego en donde dominaron a Holanda antes de la debacle, de ahí, muy recordable fue el partido ante la propia Holanda en Ámsterdam, en donde México les ganó 3-2, de ahí en fuera todo lo demás en la era del “piojo” es olvidable –otro partido también para recordar fue el 4-2 en la era de Hugo Sánchez ante Brasil en una Copa América, con un gol de bandera de Nery Castillo-.
Abusó Miguel de su posición de seleccionador, se extralimitó en los comerciales en los que aparecía y no renunció a la idea de que era un consentido de los jerarcas de Chapultepec, quienes ya no son los únicos que mandan en este mediocrísimo fútbol mexicano. Ahora el poder en el balompié azteca está más dividido, ya no nada más los chicharrones de Azcárraga y compañía truenan, ahora están también los de Ricardo Benjamín Salinas Pliego, los de Carlos Slim y Jesús Martínez con el Pachuca y el León y también los de Jorge Vergara y sus devaluadas chivas, pero por otra parte ¿pelearse con Cristian Martinoli y con Luis García por lo que decían en las pantallas de televisión azteca? ¡por favor, qué falta de templanza y prudencia del “piojo!, además, la dupla Martinoli-García es el dúo de comentaristas futboleros más divertidos, simpáticos, ácidos, sarcásticos, inventivos y relajientos como hace tiempo no se veía en el fútbol, desde las épocas del bien recordado Ángel Fernández.
Tan desgastó su imagen el “piojo” que otra imprudencia fue prestarse a esa campaña absurda y estúpida de Televisa Deportes de “Piojo, ¡méteme!”, ¡a qué cosa más espantosa y ridícula!, infumable, que convirtió al “piojo” y a todos quienes participaron de ella en unos verdaderos payasos, incluidos el “perro” Bermúdez, el búlgaro Hristo Stoichkov, Javier Alarcón y Toño de Valdéz. Qué pena, pero si hubiera sido más prudente e inteligente el “piojo” seguramente hubiera llegado hasta el mundial de Rusia, además, sin muchos merecimientos como técnico y sí como un gran motivador, que son dos cosas distintas.
Finalmente, hablando de pasados, no se puede dejar de mencionar la aparición mamona de Decio De Maria, que ya muy en su papel de casi nuevo presidente de la Femexfut apareció ante las cámaras de televisión, con una imagen apesadumbrada, declarando que “había decidido destituir a Miguel Herrera porque el país no estaba para esos desplantes de violencia innecesaria, que la afición merecía respeto y que bla, bla, bla…”, y todo se le puede creer al flemático de Decio menos de que fue él el que tomó la decisión de destituir al “piojo”, ¡por favor!, con todo respeto para el hermano del buen Mauricio, esas decisiones no las toma un empleado como él, Decio, esas decisiones sobre quién vive o muere en la Femexfut las toma el consejo de dueños del fútbol mexicano, consejo en el que sobra decir no está Decio, él no pasa de ser un empleado de los verdaderos dueños, ni Justino Compeán era dueño, a pesar de ser esposo de Hilda O’Farril Ávila Camacho, el del billete era su suegro, Rómulo O’Farril Jr., socio de Emilio Azcárraga Milmo.