A estas alturas del partido ya no sé si las cúpulas empresariales como Concamín son paleros del gobierno federal, o de verdad están buscando un bien para México. Esto viene a colación, porque sus líderes se emocionan ante la posibilidad de estar en una mesa con el presidente Peña, o con el secretario Videgaray, y cuando hacen ruedas de prensa, comentan verdaderas tonterías, en lugar de cuestiones de fondo.
En estos días aciagos de la devaluación de todas las monedas frente al Dólar, hemos visto en medios nacionales al secretario Videgaray afirmar que está atento a las peticiones de los sectores económicos, para integrar la propuesta fiscal y financiera del próximo año, que será entregada a los legisladores entrantes el día 8 de septiembre.
Uno esperaría que se destrabe la deducción de automóviles, que tantos profesionistas independientes, tantos pequeños comerciantes e industriales utilizan en su diario trabajo, y cuyo límite ridículo de $130,000.00 les afecta y mucho, pues no sólo no hacen deducible su auto en un gran porcentaje, sino que también las gasolinas, las reparaciones, las refacciones, etc. Con esto se estimularía la sustitución de autos viejos por nuevos. Y se apoyaría a la industria automotriz, que es un pilar de la economía nacional. Pero de esto no hablan los industriales.
Esperaríamos que para fomentar la inversión en activos que tanta falta le hace a nuestras industrias, buscaran esquemas de depreciación acelerada, como los que tuvimos y nos quitaron en la última reforma fiscal. Pensaríamos en verificar las deducciones personales, que ayudan a todos los contribuyentes personas físicas, pues no hay deducción por pago de universidades, y existen muchos problemas con la deducción de gastos médicos, pues los doctores no aceptan cheques ni tarjetas de crédito. Resolver este punto, llevaría dinero a los bolsillos de todos, incluidos los asalariados.
Obtener el compromiso de adelantar la apertura de importación y venta de gasolinas cuando menos a enero de 2017, ayudaría mucho a la recuperación económica de México, pues de todos es sabido que pagamos mucho más cara la gasolina aquí que en el exterior, y esto incide en todos los precios de la actividad económica nacional. Bajan las gasolinas, sube el poder adquisitivo de la población y hay reactivación económica.
Como los dirigentes empresariales no conocen la historia de México, no saben que hasta el fin del período conocido como desarrollo estabilizador, nuestro país no exportaba petróleo en grandes cantidades, pero a fuente de divisas eran los productos del campo. Hoy el campo está olvidado, e incluso, hasta la mitad del maíz que consumimos lo importamos. Es el momento de regresar al campo mexicano, con apoyos económicos y tecnológicos, con eliminación de intermediarios, creación de agrupaciones y cooperativas, en fin, buscando que las mujeres que hoy ocupan el lugar de sus maridos que trabajan en Estados Unidos, y las nuevas generaciones vean una opción en la producción agrícola. Recuperar la soberanía alimentaria debiera ser una prioridad no sólo del gobierno sino de los mexicanos en general.
Ante todo esto, y mucho más que verdaderos especialistas en economía y sobre todo en los efectos que la política fiscal tiene en la economía, uno esperaría que las cúpulas empresariales de Canacintra, Coparmex, Concanaco, Concamin, CCE, etc. Tuvieran propuestas inteligentes. Sin embargo, resulta penoso lo que están solicitando. Tan penoso que pareciera que están de común acuerdo con el secretario Videgaray, para simular que Concamin solicita algo, y la secretaría de Hacienda lo concede. En lugar de solicitar cuestiones sustanciales, ¡Están solicitando reducir el impuesto contra la obesidad! Ese Ieps del 8% que nos pusieron en alimentos con alto contenido calórico, y el peso por litro en refrescos.
Que pobreza de ideas. O que terrible sumisión de quien llega a líder y se somete al poder político, en lugar de defender los intereses de su gremio (aunque concamín si lo está haciendo por encima del interés de la nación). Un líder debe pensar en México primero, en su sector después y en sus relaciones con el poder en último lugar.
Lo más grave, es que en México el esquema se repite en todos lados. Por diversos intereses, muchos líderes empresariales, sindicales, de gremio, naturales, políticos, etc., se someten al poder público en detrimento de la sana crítica y la sana distancia entre gobernantes y gobernados.
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