La llegada del internet nos transformó la vida a los lectores de periódicos. Nos hemos vuelto anacrónicos. Aquí tres ejemplos claros de nuestros hábitos perdidos:

1. La paciencia. Un hábito por excelencia en el lector del periódico era el de esperar a la mañana para leer, entre la primera taza de café y el desayuno, las noticias que durante el día anterior conmocionaron a nuestra sociedad: las fiestas, la política, los escándalos, los robos… La red ha terminado con esa paciencia. Ahora todo es inmediato. Aunque no por ello es totalmente la culpa del internet: la televisión, con sus transmisiones en vivo, y el radio terminaron con nuestra paciencia.

2. La lectura. Los 140 caracteres de Twitter acabaron con el hábito de la lectura que comenzaba con la lectura del periódico -o por lo menos, de sus tiras cómicas. Ya nadie lee más de una cuartilla y casi ningún periódico publica colaboraciones, notas o columnas mayores de una cuartilla.

3. El materialismo histórico. No sé si pueda considerarse como un hábito, pero el hecho de que el periódico fuera una cosa, algo tangible, que te ensuciara los dedos, nos hacía recordar la historia, el desarrollo capitalista, su consecuente lucha de emancipación del proletariado y por ende, la apropiación de los medios impresos como arma de guerra. Ahora el etéreo internet es para los idealistas.

Colofón

René Franco, en su programa de Radiofórmula, hizo un comentario que me pareció hasta filosófico, si me permiten el término. Y es que haciendo referencia al nuevo programa de Adal Ramones (que no es más que un refrito de Otro Rollo) decía René Franco que los nuevos bloggeros como Wherevertumorro o La Yuya están haciendo sketches o programas similares al Show de Adal, y que Adal lleva haciendo igualitos durante 20 años o más.

Vale la pena rescatar la reflexión, pues es falso que el público de internet sea un público crítico o diferente. Internet no educa, ni da cultura, como eventualmente sí lo hacían antaño los periódicos.

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