Los ensayos citadinos contenidos en Estridentópolis: el ensueño vanguardista de Efrén Ortíz Domínguez forman un libro sumamente interesante. Por una parte, rescatan para los interesados en el movimiento vanguardista que Maples Arce, Litz, Alva de la Canal y otros impulsaron desde el DF y Xalapa sobre todo con apoyo de Heriberto Jara, que se convirtió en algo que Efrén seguramente llamaría la realización de sus ensueños, un acervo de anécdotas y datos importantes:

“En efecto, inmersa en esa dualidad ampliamente descrita por antropólogos y sociólogos, la ciudad real o imaginaria, vivida o deseada, constituye una experiencia mediatizada por los relatos que, en torno de ella, construyen sus habitantes, relatos que, al propio tiempo, definen a sus productores en tanto personajes inmersos en un ambiente específico. La ciudad es, entonces, esa construcción que construye y define a sus propios creadores:

“La nuestra es una de esas ciudades que, pese a distar setenta kilómetros de la costa, se hunde en un mar de representaciones y narraciones producto de la historia y de la cultura; una de ella quiere identificarla con Estridentópolis, ciudad del futuro evocada por los poetas vanguardistas de la segunda década del siglo XX descrita en Vrbe, super-poema bolchevique en cinco cantos de Manuel Maples Arce, publicado en el año de 1924. Éste, su tercer libro, acompañado por cinco grabados de Jean Charlot, yuxtapone a la exaltación del movimiento revolucionario una estética de la ciudad del futuro.”

De igual manera, rescata imágenes de Granada:

“Me interesa evocar la figura de los ciegos cantores que se extasían ante las maravillas arquitectónicas de la ciudad y que describen sus rasgos característicos. Por ello, se trata de motivos que atañen exclusivamente a esa ciudad y no a otras, también relevantes, como Sevilla y Toledo, que los árabes construyeron en la península ibérica. En suma, es del embrujo granadino, así como de las manera múltiples para representarla poéticamente, de lo que quisiera hablar aquí, en primer término”;

o realiza evocaciones a Salvador Novo, a Efraín Huerta o como en su ensayo Lowry y Veracruz. Del Hotel Juárez al Callejón del Chorrito:

“Quisiera rematar simplemente con la observación de que, en conjunto, los poemas de Malcolm Lowry son francamente diabólicos: hablan acerca de hechos y sentimientos terribles, pero están escritos de una manera altamente seductora. ¿No es esa, justamente, la característica de la malignidad? ¿Ser una belleza terrible? No obstante, la poesía de Lowry, encerrada en la botella, nos ofrece, decantada, una enseñanza bella, pero terrible:

“Si la muerte puede volar, sólo por amor al vuelo,

¿qué no podría hacer la vida, por el gusto de morir?”

Por último, es también un compendio de crítica literaria, de amor por la ciudad en la que vive y sobre todo, de método y estudio de la literatura a la que ha dedicado su trabajo y su vida. Por lo mismo, me permito recomendar ampliamente la lectura del libro Estridentópolis: ensayos vanguardistas, de Efrén Ortiz Domínguez, publicado por la UPAV en su Colección Testimonios.

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