Al interior del PRI, se vivía una lucha interna. Dos militantes, dos priistas, un solo apellido se disputaban un cargo.

El máximo jerarca se las puso fácil: “Hablen entre ustedes, decidan entre ustedes y cuando se pongan de acuerdo, me avisan”.

Los dos salieron y se reunieron en un restaurante. Platicaron y conversaron, si bien, con las ganas propias de ser el triunfador, pero con cierto dejo de respeto.

¿Qué pasó? ¡Nada! No se pusieron de acuerdo.

La breve historia que narro data de 2001, cuando se disputaban Américo Zúñiga Martínez y Rodolfo Zúñiga Hernández la dirigencia del Frente Juvenil Revolucionario en Veracruz.

Si bien llevan el mismo apellido, no son familiares, pero les endilgan que son “primos”. Sus padres, eso sí, fueron muy unidos y trabajaron juntos durante muchos años.

II

De esa anécdota de la disputa por un lugar entre dos apellidos comunes al interior del PRI a la fecha, hay quince años de distancia, y guardando las proporciones, hoy se encuentran dos apellidos en similares condiciones… aunque con algunas ligeras diferencias.

Si bien es cierto que Javier Duarte de Ochoa comentó que el Presidente le hizo un encargo, creo que a muchos les debe quedar en claro cuál es la responsabilidad que debe tener el Primer Priista de Veracruz en la contienda electoral que se avecina en el estado.

Decidir quién debe ser el candidato no es tarea única del Gobernador. Se quiera o no, injerencia deberá tener el dirigente nacional como demás sectores fuertes en el PRI estatal así como los mismos senadores que por ser quienes llevan mano en esta disputa, deberán ser parte esencial en el momento de la decisión final.

Concluyendo: la verdadera responsabilidad del Gobernador, como primer priista, es sacar adelante la elección con un triunfo del PRI, sea quien sea su candidato.

III

San Julián, el Informe de Pepe Yunes y recientemente Vía Veracruzana, sólo reflejan la primera parte que se pretende desde el Altiplano para Veracruz: fortalecer al PRI y con ello, resguardar la imagen del gobernador bajo el concepto de Unidad e Inclusión; por ello, no extraña que los discursos de los senadores “hayan bajado dos rayitas”… al menos ante los medios de difusión porque es seguro que fuera de ellos, a donde no llegan los reporteros en sus recorridos, han de mantener ese mensaje duro.

Era comprensible:Madrear a Duarte es madrear al PRI, y madrear al PRI es madrear a Enrique Peña Nieto… la cadena es imposible negar.

Si bien, el discurso duro de los Yunes puede acarrear simpatías, a la hora de ver la boleta (si alguno de ellos es candidato), su figura estará respaldada por el PRI, institución que con chanfle, se quiera o no, de refilón, madreaban.

Por eso, la Unidad y la Inclusión, que los únicos que no han entendido, al parecer, son algunos seguidores de Pepe, porque los de Héctor se reservan y no exhiben vísceras.

IV

¿Pero, cuál es la ventaja de los Senadores? Que a diferencia de lo que aconteció con los Zúñiga del 2001, que no se pusieron de acuerdo, ¡los Yunes sí están de acuerdo! Además, se diga misa, aquí vale la pena comentar que Héctor Yunes Landa tiene razón en una cosa: ¡Nomás hay de dos sopas!

Luego entonces, este “impasse” en que han caído los Senadores es lógico y más comprensible. No bajarán la guardia. Seguirán recorriendo el estado. La promoción de su imagen estará latente por cualquier medio. Pero “tendrán que bajarle dos rayitas” a su discurso en eso de patear el pesebre, porque tanto Héctor, Pepe, Javier y el mismo Silva, conocen el final de la historia de esos Zúñiga que no pudieron ponerse de acuerdo.

V

Cuando al final, Carlos Brito Gómez llamó a Américo y Rodolfo y les preguntó quién iba a ser el dirigente del Frente Juvenil Revolucionario, y ambos dijeron que aún no se ponían de acuerdo, el presidente del PRI veracruzano se sacó de la manga a un líder juvenil: Miguel Macías Parra, y entonces se les fue la oportunidad a los dos Zúñiga.

Aunque aquí, en la actualidad, se insiste, los dos Yunes están de acuerdo y si nos atenemos a la historia, bastaría decir: ¡Aguas, Javier! ¡aguas, PRI! porque si no sabes decidir, ¡qué tal si al final, el ganón es otro Miguel!

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