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Navidad es la época del año para compartir y dar amor, lo que en la actualidad se traduce a compras y regalos. Es el mes en el que más vas a gastar, así seas estudiante seguro comprarás el regalo del intercambio escolar; si ya trabajas, el de tu jefe; y con familia, los de Santa Claus. Sin embargo, también es la época en la que el desborde de amor materializado puede convertirse en deudas y un exceso del uso de la tarjeta de crédito.
Cuando asisto a algún centro comercial, lo primero que escucho en la mayoría de cajas es -¿Entra a meses?- y siempre he creído que el fin de una tarjeta de crédito no es comprarte el bolso carísimo y los zapatos que tu salario no te permiten, sino sacarte de un verdadero apuro. Tristemente nos falta un poco de cultura al respecto, manejamos los plásticos del banco para cubrir todos nuestros deseos y no pensamos en las necesidades o eventualidades futuras.
El marketing a nuestro entorno y la sociedad actual permiten que consideremos ciertos objetos como necesarios, al punto de posicionar a México como el paraíso de las compras de lujo en América Latina, es decir, cada vez más marcas exclusivas eligen al país para establecer sucursales. Aunque la mitad del país es pobre, otro sector del mismo puede comprar automóviles de millones de pesos, y accesorios de moda que cuestan más que el salario anual percibido por el común de los mexicanos.
Al pensar en objetos de lujo, uno podría creer que los millonarios son los consumidores. Probablemente si hablamos de carros de millones, sí, sólo un reducido sector puede acceder a ellos, pero si hablamos de productos como ropa, joyas, relojes, productos de belleza y perfumes, entenderemos porque la gente abusa de las tarjetas de crédito.
En realidad los principales consumidores de los productos de lujo son los pertenecientes a la llamada “clase media aspiracional”, quienes a través de sus compras demuestran cómo han ido obteniendo aquello que antes era inalcanzable, es una forma de hacerle ver a los demás su solvencia financiera. Existe un dicho popular que dice “como te ven te tratan”, el cual hemos apropiado a tal punto que muchas personas creen que una persona “es” y vale sólo por lo que tiene. También están los verdaderos amantes de lujo quienes compran marcas por su calidad y no buscan aquellas que sean visibles a los demás.
Lo cierto, es que muchos de los artículos de lujo deben su elevado costo a la fabricación artesanal detrás de ellos, a diferencia de las imitaciones hechas en china o en maquilas clandestinas, en ocasiones, vale la pena invertir en un buen accesorio que comprar cientos a precios de remate sólo para saciar nuestro vacío interior. El éxito de toda la mercadotecnia se debe a que hemos transferido emociones a las cosas, hemos dotado de cierto apego a los objetos, a tal punto que nos olvidamos del verdadero objetivo de ésta época: amar y compartir.
Lo ideal al recibir el aguinaldo sería emplear una parte en cubrir los gastos necesarios e indispensables y el resto ahorrarlo. La mayoría de personas relaciona la palabra ahorro con un sacrificio por tener que dejar de consumir, aunque en realidad signifique lo contrario. “Ahorro” proviene del árabe “hurr” que significa libre, más adelante la expresión se empleó en el sentido de librar a alguien de algo, de un esfuerzo o un gasto. El significado actual es guardar el dinero para el futuro.En realidad ahorrar es un pase a nuestra libertad económica, para no depender de tarjetas y préstamos en caso de un imprevisto.
Si aún estás a tiempo de evitar las compras masivas, te invito a que analices qué es lo que verdaderamente necesitas, quizás es más útil agendar un chequeo médico que comprar el último modelo de iPhone. Si vas a comprar regalos, procura no gastar más de lo que tienes, haz una lista de lo que buscas, compara precios y sal a la cacería de ofertas. Si tienes el deseo de premiar tu buen comportamiento con un regalo, te sugiero esperes a los reyes magos, las mejores ofertas aparecen en enero.
La mejor calidad de vida no está en la marca de nuestras compras, sino en saber invertir a tal punto que podamos disfrutar de los bienes básicos, de espacios de entretenimiento, educación y unas divertidas vacaciones. Piensa en las veces que comprabas algo pensando en demostrar tu amor a otra persona, pero en realidad olvidaste decirle que la quieres, que premiaste el 10 de tu hijo con un juguete sin explicarle tu orgullo por su esfuerzo. Esta navidad regala amor, sonrisas, una buena charla y no dejes de decir todo lo que sientes, a veces son más necesarias las palabras.