«Interesante pero insuficiente. Así podría resumirse el mensaje que Norberto Rivera dio en la Catedral Metropolitana al celebrar los 50 años de su ordenación sacerdotal. El cardenal sorprendió al pedir perdón «por mis debilidades y pecados y por mis omisiones y frialdades», pero no aclaró a qué se refería. Y ya se sabe: el que generaliza, absuelve». Lo comentan en «Templo Mayor» de Reforma.