Se fue el Lic. Pérez Utrera y nos recluimos el contador Aniceto Castillo Vázquez y yo en el espacio de la secretaría técnica en donde estaban concentradas las computadoras, eran tres o cuatro que manejaban personal especializado. Hasta donde me acuerdo, era el espacio en donde laboraban unos dos informáticos, un estadístico y unas dos secretarias que fungían como capturistas. En aquel entonces los que éramos asesores ‘arrastrábamos primero el lápiz’ en papel –no había computadoras para cada quien como hoy en día-, y una vez que procesábamos el trabajo lo pasábamos a captura, ya el personal informático y estadístico lo formateaban, esto es, le daban forma, encargándose de cosas que hoy son tan comunes como el interlineado, estilo de letra, tamaño, márgenes, gráficos e imágenes, entre otras cosas.

También había uno o dos correctores de estilo, que eran quienes revisaban que los escritos no llevaran algún gazapo (errores de ortografía, ‘dedazos’, redacción). Hay que aclarar que en la secretaría técnica del gobernador se realizaba un trabajo de alta intensidad, desde discursos –en un día DDR tenía un promedio de 8 a 10 o más intervenciones en todo tipo de actos públicos que requerían de su presencia -, textos diversos que firmaba el mandatario estatal, informes de gobierno, anexos estadísticos, ponencias y presentaciones, de la oficina del gobernador no salía un texto que llevara su firma si antes no pasaba por el filtro de la secretaría técnica o de plano ahí se había formulado.

Aquel sábado había que hacer lo que comúnmente se llamaba una captura, es decir, escribir en un documento nuevo, sin detenerse en el formato, el domingo iba a estar en la oficina uno de los informáticos desde muy temprano para darle el formato a la convocatoria que requiriese, y esto incluía ‘pegarle’ el logotipo del PRI, tipo y tamaño de letra y, al final, se buscaría que este primer intento de convocatoria tuviera el tamaño exacto de una página de periódico por lo que estaría escrita en varias columnas y a renglón seguido. De esta manera lo primero que hicimos el contador Castillo y yo fue revisar qué decían los documentos básicos, principalmente los principios, el ideario y los estatutos para ver qué indicaban en cuanto a la vida interna del partido respecto del proceso que se avecinaba. Enseguida nos fuimos a revisar qué había dicho Luis Donaldo en sus diferentes intervenciones como presidente del CEN del PRI respecto de lo que quería para el partido en ese momento político.

Lecturas dinámicas, rápidas, subrayando, tomando notas, marcando, entre sacando ideas, pronunciamientos, etc., el tiempo apremiaba y había que ser práctico.

Finalmente, alrededor de las 8 de la noche abrí un archivo nuevo en aquellas viejas computadoras de cajón, y con el gran ‘Cheto’ Castillo a mi lado di los primeros teclados de lo que fue aquel primer ensayo de convocatoria mediante la cual, el comité directivo estatal del PRI convocaba, invitaba pues a su militancia, es decir, a su estructura territorial y seccional, organizaciones adherentes, militantes, simpatizantes y ciudadanos en general a participar del proceso interno para la designación de los candidatos a presidentes municipales de los 203 ayuntamientos que conformaban en aquel entonces al estado de Veracruz.

Para ello hubo que redactar primero las ‘Consideraciones’ de cajón que todo buen documento de este tipo debe llevar, en donde el PRI expresaba y reafirmaba, según me acuerdo, su convicción y su voluntad democrática, su carácter popular y su carácter como un partido vanguardista heredero ‘legítimo’ de la lucha revolucionaria de 1910…

Esta historia continuará mañana…