A partir de aquel domingo, en los hechos se daba inicio al proceso de selección interna de los candidatos a presidentes municipales de Veracruz en el lejano 1991. Iniciaba para mí también, un periodo muy intenso de trabajo de gabinete desde la secretaría técnica del Gobernador para el Partido Revolucionario Institucional. Jamás en todo ese periodo, quizá un larguísimo mes, en ningún momento puse un pie en las oficinas del PRI estatal, todo el trabajo se hizo en la oficina ubicada en los altos del palacio de gobierno.

Aquella primera convocatoria fue revisada, fundamentalmente en el ‘cuarto de guerra’ del gobernador (Casa de Gobierno). Allí, en días indeterminados, Dante se reunía con Amadeo Flores Espinosa, Armando Méndez de la Luz, Rafael Arias Hernández y Adán Pérez Utrera, cuando menos, para revisar una y otra vez la convocatoria, había que afinarla, cuidar todos los detalles: cláusulas, plazos, documentos, acreditaciones, en fin, todo lo que para estos casos había que presentar para registrarse como precandidato.

Todas las correcciones se las encargaban al Lic. Pérez Utrera, todas se hacían sobre papel, con lápiz y goma, taches, subrayados y anotaciones al margen, que eran traducidas y plasmadas por quien esto escribe en la oficina. Este proceso se llevó más o menos cinco días, el tiempo apremiaba porque el sábado siguiente al anterior en que comenzó esta historia, a Armando Méndez de la Luz, el presidente del partido y a Adán Pérez Utrera, en su calidad de secretario técnico del consejo político del Comité Directivo Estatal del PRI, les esperaban en México en las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional, en donde Luis Donaldo Colosio Murrieta y su gente ya los esperaban para revisar la convocatoria y, a otro nivel, hacerle las observaciones y correcciones que fueran necesarias.

Se cumplió el plazo, llegó el sábado y todavía unos minutos antes del mediodía a la convocatoria se le seguían haciendo correcciones que el gobernador ordenaba directamente al Lic. Pérez Utrera, que estaba en la secretaría técnica atendiendo todos los detalles, en permanente contacto vía la red privada con el primer mandatario. Alrededor de la una, se ordenó se imprimiera la última versión de la convocatoria, un original más 5 o 6 juegos adicionales que ordenó el secretario técnico se enfundarán cada uno en un folder por separado, para recogerlos cuando saliera a alcanzar al gobernador en el aeropuerto del Lencero: “¿Ya están las convocatorias como las pedí, rápido que ya me voy, me espera el gobernador en la pista?, decía y ordenaba el secretario técnico, nervioso, sudoroso, apresurado, con su inseparable Marlboro rojo con filtro, al cual se llevaba a la boca reiteradamente.

Finalmente se pusieron todos los juegos en una carpeta plástica y abandonó la oficina casi corriendo, presuroso, haciéndole una seña a su chofer para que se adelantara y tuviera lista su Chevrolet Suburban blanca, al tiempo que me indicaba: ¡Estate atento, vete a tu casa, comes y cuando regrese mando por ti para seguirle dando a esta madre…! Nada más me le quedé viendo atendiendo su instrucción nada más con un movimiento afirmativo de cabeza, recogí mis cosas, las guardé y me fui a mi casa a comer, pero sobre todo a reposar un rato, la jornada de trabajo que me esperaba más tarde era imprevisible.

El secretario técnico llegó al Lencero en donde ya lo esperaba el Lic. Armando Méndez de la Luz, que se había adelantado unos cuantos minutos antes, ahí esperarían ambos el arribo del gobernador para abordar juntos el Turbo Commander 500 que los llevaría en un vuelo relámpago a la ciudad de México, con una primera escala en Veracruz, en donde se bajaría y quedaría el mandatario, para enseguida continuar su viaje Méndez de la Luz y Pérez Utrera hacia el altiplano, en donde ya los esperaban en las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional de Insurgentes norte número 59, su presidente nacional Luis Donaldo Colosio Murrieta, Ignacio Ovalle, César Augusto Santiago y Jesús Salazar Toledano, para una primera revisión de la convocatoria del proyecto democrático del gobernador de Veracruz.

 

Esta historia continuará mañana…