Sí, la calificación no deja duda, ni cómo ayudar. Lo que son las cosas, hace cuatro años, en vísperas de que el actual gobierno tomara posesión, comentábamos, conjeturábamos –y hasta cierto punto nos ufanábamos- el doctor Rivera Zamudio y quien esto escribe, que el futuro que en ese entonces se avizoraba hacía abrigar esperanzas de que a México le iba a ir mejor dado que pronto llegarían ‘los que sí sabían hacer las cosas’, es decir, los que nos están gobernando hasta este momento.
¿En qué cifrábamos esta esperanza? –y aclaro esto no porque necesariamente fuéramos simpatizantes del PRI-, pues porque llegaban al poder un buen número de probados políticos, entre ellos seis o siete ex gobernadores, entre ellos el propio presidente, más gente experimentada en diferentes campos de la administración pública. El primer año sirvió como para reconfirmar nuestras predicciones, todo apuntaba a que nos iba ir –a México- de puros peluches. Se firmó el Pacto por México y se lograron sacar 13 importantísimas reformas estructurales, muy necesarias, dígase lo que se diga, con la educativa y la energética por delante. Más allá de lo que afirmen quienes dicen que la primera es una reforma laboral de tipo administrativo. Yo no comparto esa idea.
Pero entonces llegó la infausta madrugada del 27 de septiembre de 2014 y todo se desdibujó, la administración del presidente parece que perdió el manual del buen gobierno, perdieron la brújula, su capacidad de reacción fue tardía y fallida, y todo a partir de entonces se empezó a desmoronar como si se tratara de un castillo de naipes. Fue entonces cuando el doctor Rivera Zamudio y el que esto escribe, en su matutino del 88.9, como que empezamos a dudar y a sospechar que nos habíamos equivocado en nuestras predicciones. Ya en lo que respecta al de la pluma, había señalado que no le gustaba la concentración –léase de poder- en exceso de funciones y atribuciones de la secretaría de Gobernación.
Es que veía con muy malos ojos que se hubiera suprimido la secretaría de Seguridad Federal y todo lo que tenía que ver con la seguridad interior, para concentrarlo todo en un solo mando, el del secretario de Gobernación, más todo lo que tenía que ver con la protección civil. En este último punto, hay que decir que parte del éxito y de los buenos resultados que se vienen teniendo en Veracruz desde hace cuando menos 18 años, es porque aquí en la entidad hay una instancia gubernamental que dependen directamente del gobernador, independientemente del ámbito político, y lo mismo se puede decir de la secretaría de Seguridad Pública, tienen sus ámbitos de acción muy bien delimitados.
Pero no, parece que al presidente el titular de Gobernación le vendió la idea –y le aconsejó mal- de que él podía encargarse de todo, que él era una especie de súper hombre y que, en materia de seguridad interior por ejemplo, solo bastaba con una más y mejor coordinación con las entidades federativas, los hechos y los resultados lo desdijeron. Y lo mismo pasó con protección civil, en el primer año de gobierno, en 2013 por el Pacífico y el Golfo pegaron las dos mega tormentas, ‘Ingrid’ y ‘Manuel’, con los resultados desastrosos que ya todos sabemos, sobre todo para Acapulco, y en 2014, se presentó ‘Odile’, causando destrozos en la zona de Los Cabos, en Baja California Sur, y en los dos casos, los eventos parece que agarraron con los pantalones abajo a los responsable de la protección civil en Gobernación.
Y este año, apenas hace unos días, otra tormenta, ‘Earl’, dejó muchos daños en infraestructura física en Veracruz, Puebla y Tlaxcala, pero lo más terrible es que dejó alrededor de 60 muertos. ¿Qué fue lo que pasó ahí?, no lo sé, de quién fue la culpa de tantos muertos, no lo sé tampoco, ¿Qué se pudieron prever las bajas humanas?, no estoy tan seguro, pero las cosas sí creo que se pudieron hacer de mejor manera si en el gobierno federal hubiera una instancia gubernamental independiente de la de Gobernación.
Creo que el más perjudicado de todo este desconocimiento y omisiones respecto a lo que ocurre en el país es el propio primer mandatario. Él es el pararrayos. Se le culpa de todo –tal vez él ha contribuido por el asunto de la ‘casa blanca’-, pero para mí es claro que su equipo de gobierno no le ha ayudado. El caso Iguala es quizá el ejemplo más palpable de cómo le han mal asesorado. Ahí debió salir al otro día temprano y declarar una emergencia nacional, y debió mandar de inmediato al secretario de Gobernación junto con el Procurador General de la República a atender el gravísimo hecho. Pero no, quizá para que el jefe no se preocupara de más, permitieron que tardíamente saliera casi ocho días después a ordenar que el caso lo atrajera su gobierno.
Sin olvidar que, mal asesorado, adjudicó los hechos ocurridos en Iguala a “la complicidad de las autoridades municipales con la delincuencia organizada y a la debilidad institucional del gobierno de Guerrero”, cosa que nadie pone en duda, pero la primera reacción de su gobierno ante esta ‘debilidad institucional’ –ausencia de gobierno-, era tomar el toro por los cuernos, restituir el orden institucional y brindar de inmediato la seguridad a las personas. Le fallaron sus asesores al presidente.
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@marcogonzalezga