Gabriel García Márquez admiraba a los compositores de música, decía que ellos en tres minutos relataban una historia o una vida, lo que a los escritores les llevaba días o meses para plasmarlo en cien o más páginas escritas. Oscar Wilde señalaba que ‘El arte de la música es el que más cercano se encuentra de las lágrimas y los recuerdos’. Hay canciones inmortales. Muchas. Aquella francesa, My way, a la cual Paul Anka puso letra y le llevó una mañana al entonces casi viejo, Frank Sinatra, y Paul Anka se la tarareó, sentados ambos frente a frente, pegadas rodillas a rodillas, y le dijo: “Óyela, es la historia de tu vida”, y cuando Sinatra escuchó aquella parte que decía: “Cuando tuve dudas me encaré con todo y no me hundí, lo hice a mi manera”. O esa otra: “Viajé por todos y cada uno de los caminos. Y más, mucho más que esto, y lo hice a mi manera”, al viejo se le escurrieron las lágrimas, le dio un abrazo fraterno y ese tema vivió en su inmortalidad y la nuestra, y, además, le sirvió a Frank como su canción de despedida de todos los conciertos porque la vida, como lo dijo el mismo Nobel García Márquez, es la mejor cosa que se ha inventado. No solo se despedía con ella en sus galas de los escenarios, se despedía del tiempo inexorable que no perdona el calendario de los inviernos. Ahora la escucho en lo que escribo este párrafo, es la historia de las caídas y formas de levantarse, su orgullo y sus derrotas, del amar y perder, de las malas experiencias, del reír, llorar y sufrir para volver a levantarse a su manera. Hoy, quizá inspirado en ella, uno piense que con el viento del otoño pegando de lleno en mi ventanal abierto de mi azotea orizabeña, se tenga mejor futuro y porvenir, que logremos esos sueños a veces interrumpidos, que nos levantemos cuando una piedra donde se tropieza nos haga caer, o un muro se ponga frente a uno y lo brinquemos para así, como le cantó Paul Anka a Sinatra, vivir a mi manera.

LAS GRANDES FOTOS

Hay fotos que han inmortalizado a los personajes y a los fotógrafos. Ahora existen los paparazzis, pero en la antigüedad los había quienes buscaban ángulos y momentos que la historia registra como únicos. Robert Capa inmortalizó aquella del combatiente que cae muerto por un disparo en la Guerra Civil española. Muerte de un Miliciano, se le llamó. El soldado fue captado por la cámara en el momento mismo en que le golpea una bala. Está vestido con ropas de civil pero con un cinturón de municiones de cuero. Un tiempo se dudó de ella y se acusaba que había sido fingida. Pero el tiempo dio la razón al fotógrafo, se buscó la identidad del muerto y resultó que era verídica. Se publicó en la revista Life en un julio de 1937, y se metió a la historia. Una más. La foto más famosa del físico Albert Einstein, fue la que sacó la lengua al fotógrafo paparazzi, que es un icono y los estudiantes de universidades fijan en las paredes de sus cuartos. La foto fue tomada el 14 de Marzo de 1951 por el fotógrafo Arthur Sasse, que finalmente, a pesar de que a Einstein le rodeaban varios fotógrafos, fue el único que captó el momento. Y precisamente la presencia de todos estos periodistas causó la mueca del físico de origen alemán. Salía de un homenaje por su 72 aniversario, y frente al acoso de fotógrafos y reporteros gritó varias veces: “¡Basta ya!”, y finalmente sacó la lengua con la intención de “estropear” las fotos. Como sabemos, el resultado fue justamente el contrario y la foto que consiguió tomar Sasse se convirtió en un icono y probablemente en la foto más famosa de Albert Einstein. Hay que tener cuidado, que nunca sabe uno con qué cara va a pasar a la posteridad. Otra: En agosto de 1945, cuando Japón se rindió y terminaba la Segunda Guerra Mundial, un Marino abrazó y besó a una enfermera toda vestida de blanco en la plaza Times Square de Nueva York. Allí merodeaba el fotógrafo de la revista Life (La revista Life en aquel tiempo era el Vaticano de los fotógrafos) Alfred Eisenstaedt fijó el lente, afocó y pasó a la historia, él y los dos apasionados personajes que fueron retratados y a quienes la historia descubrió y tuvieron seguimiento hasta su muerte. La foto se llamó V-Day y The Kiss. La enfermera murió en 2012 y el Marino poco antes. La foto está como legado en el Museo de Bellas Artes de Houston. Hoy cada mexicano y cada humano es un paparazzi en potencia, las fotos de las Ladys haciendo escándalos y desfiguros y los llamados Lord quien sabe qué cosas, alumbran el panorama y se han vuelto virales y famosas en los twiters y youtube y muchas de ellas han servido para encarcelar a los rijosos, que han golpeado o tirado bicicletas o atropellado con sus autos o sus guaruras a quienes se les ponen enfrente. Es otro el mundo nuestro. Cada celular es un paparazzi en ciernes. Cada portador de teléfono trae una cámara a la mano, que filma y difunde por las redes y deja ver que cientos de miles y a veces hasta millones las ven y las retuitean o las envían a las redes sociales, que nada perdonan.

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