Andrés Manuel López Obrador, el líder de Morena y el eterno candidato a la Presidencia de la República, tiene una habilidad especial, que es propia de los buenos publicistas, para fijar en una frase concisa y pegadora una idea o para descalificar con un adjetivo contundente a su adversario.

Es una habilidad que ha caracterizado su actividad política. Cuando fue presidente del PRI en su natal Tabasco redactó la letra del himno de su partido. Políticos que compartieron con él sus años de militancia priista me cuentan de su capacidad y gusto para articular frases y adjetivos publicitarios.

En esa época, me aseguran, ya utilizaba la palabra “pirruris”, para describir a los jóvenes tabasqueños de familias con recursos económicos. Después volvió a usar este calificativo cuando fue jefe de Gobierno en la Ciudad de México, para referirse a los jóvenes que organizaron una gigantesca marcha contra la violencia.

Suya es la frase “la mafia del poder” con la que caracteriza a las élites políticas que no le deben fidelidad. Y también el “PRIAN”, que expresa que el PRI y el PAN, son la misma cosa. A los actuales programas sociales del gobierno los califica con su ya famoso dicho de que no son más que “frijoles con gorgojo”.

En el uso de adjetivos para caracterizar a sus adversarios es siempre agresivo. Está su célebre “cállate, chachalaca” con el que calificó al presidente Fox, que fue festejado por los suyos, pero que le restó cinco o seis puntos en la contienda electoral. A la panista Margarita Zavala le dice que “es extensión de su marido”.

Minimiza al actual presidente del PAN cuando sostiene “para qué debatir con Ricardo Anaya si está muy pollo” y si en realidad se trata de debatir, habría que hacerlo con el “jefe de la mafia”, el presidente Carlos Salinas de Gortari. Y lo mismo le dice al presidente del PRI, Enrique Ochoa. Del presidente Calderón afirma que “se robó la Presidencia de México, para convertir el país en un cementerio”.

Últimamente califica la iniciativa ciudadana 3de3 como una maniobra de la “mafia del poder”. En sus notables dotes de publicista todo el tiempo está creando nuevas frases y adjetivos calificativos. Buena parte de ellos son originales, pegajosos y logran posicionarse en los medios.

El estilo de su publicidad es agresivo. La construcción de sus frases y adjetivos busca denostar y golpear de manera contundente las instituciones, los grupos y a las personas. Es común que caiga en calificativos machistas y claramente misóginos. Expresan también intolerancia. El que no piensa como él no merece respeto.

En su fraseo la mayor de las veces el tono es amargo, melodramático y siempre se victimiza. Como candidato a la Presidencia de la República por tercera ocasión, va a recurrir cada vez más a la construcción de frases y calificativos que lo posicionan en los medios; eso lo sabe hacer muy bien, pero no necesariamente le da votos. Su publicidad llama la atención a todos, pero sólo convoca a un grupo.

Twitter: @RubenAguilar