Ya en ocasiones anteriores me he referido a que no estoy de acuerdo con aquella idea –todavía sujeta a discusión- que parece dominar a un sector importante de la academia y de la intelectualidad en México, de que en realidad lo que se conmemora el 12 de octubre de cada año, más que el descubrimiento de América, el Día de la Hispanidad como le dicen en España, es la fecha de inicio de la ignominiosa conquista de México.
Es decir, se realizan foros y encuentros de carácter académico en los que se insiste en que esa fecha en realidad se trata del recordatorio de algo que agravió al México prehispánico, y de que el ‘conquistador’ Hernán Cortés, el gran villano de esta historia, fue una especie de sanguinario partisano al servicio de la corona española que vino a martirizar a los pueblos nativos y a depredar las enormes riquezas de lo que hoy es nuestro país, dominado mayoritariamente en aquellos tiempos por los aztecas.
Pues sí y no. Ya otras veces he insistido en que así es la historia, al menos así ha sido en los últimos 3 mil y pico de años. Esto es, el listado de las superposiciones que se han dado a lo largo de todo ese tiempo de pueblos poderosos sobre otros más débiles es interminable, y este afán que creíamos superado de conquista con el fin de la segunda guerra mundial en el año de 1945 y la derrota de los nazis, se reeditó apenas en el 2014 con la anexión por parte de Rusia de la península de Crimea en 2014. Esta invasión, como se recordará, puso en vilo a las superpotencias y estuvo a punto de desatar un conflicto bélico de proporciones incalculables, ya que la invasión se hizo aprovechándose Rusia de su superioridad militar por encima de la de Ucrania.
Pero volviendo al tema de la ‘conquista’ de México por los españoles a principios del siglo XVI, con todo respeto para mí no hubo tal conquista y dicho sea esto con mucho respeto para quienes insisten en argumentar lo contrario. Lo que en realidad hubo fue una ocupación que duró alrededor de 300 años, corta de tiempo sobre todo si tomamos en cuenta otros periodos de dominación algunos pueblos sobre otros en el devenir de la historia mundial.
Concordamos en que los españoles dominaron a los pueblos nativos antiguos de México, los sometieron, los esclavizaron, los martirizaron, les impusieron el idioma, la religión y fundaron asentamientos sobre grandes metrópolis como ocurrió con la ciudad de México que se construyó sobre lo que fue la gran Tenochtitlán, hasta ahí estamos de acuerdo, pero de eso a que nos conquistaron borrando todo vestigio del México precolombino para fundar un país totalmente distinto al que existía antes, ahí sí no estoy de acuerdo.
Trescientos años definitivamente no es cualquier cosa en el devenir histórico del mundo, pero ante eso qué podrían decir los españoles cuando fueron dominados a lo largo de su historia, la primera, la de los romanos que estuvieron instalados en la antigua Hispania por casi 7 siglos, entre el 200 antes de Cristo y el V de nuestra era y, después, por los árabes, que dominaron a España desde el año 711 hasta que fueron expulsados por los reyes católicos en 1492, es decir, por un periodo de 8 largos siglos. Y hoy México ni se llama Nueva España ni adoptamos un nombre europeo para llamar a nuestro país, nos llamamos México, que es un vocablo náhuatl que quiere decir ‘el ombligo de la luna’.
México, ni es España ni es el mundo prehispánico, es un país nuevo, mestizo, que sin embargo está más cerca de su esencia y de sus raíces indígenas por más que nos esforcemos por hacer exactamente lo contrario, pero que conservamos algo de negritud y de lo hispano por supuesto. Hoy, a más de 500 años de que llegaron los españoles a lo que hoy es México, seguimos manteniendo costumbres que nos acercan más a nuestro pasado indígena. Desde la comida que está presente en variedad de formas y productos, hasta nuestros pueblos herencia de los originarios, que a pesar de todas las formas de dominación y empobrecimiento a que han estado sometidos, conservan sus lenguas y costumbres.
Nuestras ciudades y pueblos, que son una coincidencia afortunada de todo eso que he venido mencionando. Viajar por Tlaxcala, Puebla y Oaxaca es como acercarnos a través de sus comunidades a esa esencia indígena, pero creo que no hay que rechazar la herencia española, en trescientos años fueron capaces de dejarnos una huella en muchas ciudades que son como para presumir por su riqueza estética, y de ello es el ejemplo más típico la ciudad de México, su centro histórico que es patrimonio histórico mundial de la humanidad, ni Madrid lo es, y así podríamos mencionar a Zacatecas, Morelia, Querétaro, Oaxaca, San Luis, Guanajuato, San Miguel de Allende, Puebla, Tlaxcala, etc.
Yo no sé si hay que celebrar o no el 12 de octubre, pero me parece una discusión ociosa seguir dando vueltas a los agravios del pasado y seguir culpando a la ‘conquista’ del atraso de nuestros pueblos originarios. Los indígenas están más agraviados y explotados por los mexicanos de hoy, no por los españoles de antes. Nosotros sí tenemos una deuda con ellos y no hemos sabido sacarlos de su atraso y pobreza ancestral. Procurémoslos y tratemos de hacerles justicia en conmemoración del 12 de octubre.

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