En los últimos 30 años Veracruz ha tenido cinco gobernadores, de los cuales dos no concluyeron su mandato. En 1988, Fernando Gutiérrez Barrios solicitó separarse del cargo y el miércoles pasado lo hizo Javier Duarte de Ochoa. En ambos casos las legislaturas correspondientes eligieron un gobernador sustituto. En el primer caso fue Dante Delgado Rannauro y ahora es Flavino Ríos Alvarado. Ambos fungieron como secretarios de Gobierno de los citados mandatarios.

A menos de 50 días el nuevo gobernador tiene la tarea de terminar un sexenio de claroscuros y cuestionado por propios y extraños. Emitir juicios de valor en este momento tiene el riesgo de empañar el razonamiento. Las filias y fobias se han manifestado tras la votación de la Comisión Permanente de la LXIII Legislatura. Juzgar a la persona en quien recayó una responsabilidad sin permitirle antes de que concluya su encargo, no es ético. Las tareas se evalúan al terminarse, no antes ni durante el proceso. A final de cuentas, la historia es hija de la verdad y del tiempo, no de los gobiernos.

Fue la diputada Marcela Aguilera Landeta quien propuso al doctor Flavino Ríos Alvarado, por considerar que es el servidor público con mayor conocimiento de las actividades que realiza el Gobierno del Estado al sostener las reuniones de gabinete y conocer las acciones que se realizan.

Tras rendir la protesta de ley ante el Poder Legislativo, el nuevo gobernador expresó: “Privilegiaré un ejercicio político basado en el diálogo constructivo y en la conciliación para dirimir conflictos y generar soluciones que favorezcan la paz, la tranquilidad, la certeza jurídica y el desarrollo democrático de Veracruz. Mantendré comunicación con todas las fuerzas políticas de Veracruz, con los poderes Legislativo y Judicial, así como con todas las expresiones ciudadanas.”

Asimismo se comprometió a coordinar el proceso de conclusión de la administración estatal con orden, legalidad y transparencia y con un correcto funcionamiento de las instituciones y el bienestar de los veracruzanos.

Hemos pues de esperar que se cumplan los plazos para conocer si la palabra empeñada se cumplió. Insisto, no debe juzgarse al individuo sin considerar el contexto social, político y económico que prevalece en nuestra entidad. Ya habrá tiempo para hacer el recuento de logros, avances, retrocesos y demás aspectos que atañen a la administración pública.

Sea pues para el bienestar de nuestra sociedad los cambios y enroques que realizaron. Quizá la mayor enseñanza en estos meses y años ha sido que tenemos que participar en forma activa en la exigencia de nuestros derechos y nuestras obligaciones. En respetar para que nos respeten y asumir nuestro compromiso ante nuestra familia, sociedad y Estado. Lo fácil es criticar, lo difícil es construir y a veces, la construcción de muchos años se puede hacer en cuestión de minutos.

Esta entrega es la última que hago, compromisos laborales y familiares me impiden continuar con este ejercicio. Fueron 414 columnas pergeñadas en los últimos meses. Me voy con la satisfacción de haber escrito lo que pensaba sin tratar de agradar u ofender. Es una opinión en el universo del pensamiento. Respeto las diferencias porque en ellas encuentro las coincidencias.

Por hoy es todo, les deseo un excelente fin de semana y hasta pronto. Dios los bendiga