Amplio repudio provocó la noticia de la brutal agresión física y moral sufrida por la senadora y medallista olímpica Ana Gabriela Guevara, cuando circulaba en su motocicleta por una carretera del Estado de México. Una camioneta golpeo deliberadamente la motocicleta de la legisladora derribándola, tras lo cual, cuatro sujetos descendieron del vehículo insultándola y propinándole una brutal golpiza que ameritó la hospitalización de la víctima.

El que Ana Gabriela Guevara sea un personaje ampliamente conocido en México y en el extranjero, hizo que este hecho repudiable diera la vuelta al mundo, refrendando la imagen de incontenible violencia e impunidad que tiene nuestro país en el exterior.

Todos los días, sin excepción, las noticias que se difunden sobre México en las distintas regiones del mundo son devastadoras: sobre gobiernos que roban y no pasa nada; empresas que cometen fraude coludidos con el poder público y tampoco pasa nada; sobre acoso, represión y muerte a periodistas; sobre la embestida violenta de la delincuencia organizada, sus ajustes de cuentas, sus secuestros, tortura y muerte, la trata de personas, todos impunes; sobre la ordeña de millones de dólares a ductos petroleros que “nadie” sabe cómo ocurren, etc. Un amplio catálogo de delitos, de todo calibre, en donde la violencia de género, el acoso sexual y los feminicidios, tienen un lugar estelar.

Hoy por hoy, los inversionistas extranjeros se muestran reacios a instalarse en un país en donde los riesgos son mayores que los atractivos, y a tener que lidiar con un gobierno incapaz de garantizar la aplicación de la ley.

Habría que preguntar a las autoridades, si tuvieron esto en cuenta, cuando ofrecieron un paraíso para México, de aprobarse las reformas estructurales. Pareciera que los señores del gobierno asumieron que legislar cambios en la Constitución sería suficiente, para que, como por arte de magia, las cosas mejoraran en México. Los crédulos de siempre les creyeron, sin tomar en cuenta que la seguridad pública es una asignatura pendiente que estamos muy lejos de alcanzar, porque quienes gobiernan, no han sido capaces de sentar las bases para un cambio real, que empiece a reflejarse en el día a día, no del prominente personaje custodiado por numerosos guardaespaldas, sino del ciudadano de a pie, que somos la gran mayoría.

Volviendo al caso de Ana Gabriela, víctima de la violencia de género, la misma que padecen a diario cientos de miles de mujeres anónimas, que no denuncian, por miedo, a sus verdugos; los datos disponibles indican que México es en la actualidad, uno de los países que más violencia ejerce contra las mujeres. Algunas cifras sobre acoso sexual y feminicidio, así lo ratifican.

La encuesta ‘Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011’ realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), arrojó que la violencia emocional es la más declarada con el 43.1%, mientras que la violencia sexual denunciada ocupa apenas el 7.3%. La misma encuesta reveló que las mujeres casadas o unidas son las que más riesgo tienen de sufrir violencia por parte de sus cónyuges, aunque sólo el 24.4 por ciento lo denuncia ante la autoridad competente.

También del INEGI: 1.4 millones de mujeres padecen acoso sexual en el trabajo, esto es, el 10 por ciento de la población económicamente activa. Se estima, sin embargo, que el 99.7 por ciento de los casos no se denuncia. Empresas y dependencias públicas pocas veces cuentan con protocolos para atender esta situación, y muchas mujeres no denuncian por temor a perder el empleo.

En su último informe INMUJERES indicó que los estados con mayor incidencia en feminicidios son: Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Guerrero, Jalisco, Estado de México, Nuevo León, Oaxaca, Puebla y Sinaloa. La mayoría de los feminicidios no se investigan como tales, pese a que estas entidades sí cuentan con protocolos de actuación e investigación contra este delito. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, 6 mil 488 mujeres fueron asesinadas en México entre 2013 y 2015, dada la falta de denuncias, se estima que la cifra podría ser mayor.

Finalmente, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2014 México ocupó el primer lugar a nivel mundial en abuso sexual, violencia física y homicidios de menores de 14 años.

Todos estos lamentables datos, de alguna manera nos explican las reacciones de la más primitiva misoginia en las redes sociales como Facebook o Twitter, en donde ellos y también ellas, tomaron a “chunga” la agresión a Ana Gabriela Guevara. Sus comentarios envilecidos, carentes de valores, respaldando con sus bromas la atrocidad cometida constituyen un foco amarillo que no podemos perder de vista, si queremos evitar los focos rojos, en este clima proclive a la violencia en que se ha convertido nuestro querido México.

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