*“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. Camelot.

WOODLANDS (DIA DOS)

6:15 de la mañana del domingo. Me despierto a las 5 y pico, me doy un regaderazo rápido y parto al aeropuerto Jara de Veracruz. Volaré por United. El maletero de la banqueta, me auxilia. En su diablo carga las tres maletas. Formo fila, ya hay gente, es a esa hora el único vuelo mañanero, el que va a Houston. Los demás a CDMX comenzarán una hora después. Me presento ante el empleado que, a las primeras de cambio, después de pedirme pasaporte, visa y la aprobación de Trump y Yunes juntas, me da la primera sorpresa, hay que pagar por cada maleta 460 pesotes, ni objeto, me ve con cara buena, nada como vieron al japonés vietnamita cuando lo arrastraron como luchador de Sumo y, después de romperle dos dientes y tirar los lentes en el pasillo, ahora se prepara para una millonaria demanda, con abogados expertos en esas lides. Documento, etiqueto y me voy al restaurante El Lechero, uno caro pero bueno, franquicia nacional, las picaditas y los huevos revueltos a la mexicana, el café y a abordar. El avión es un brasileño marca Embraer, de los chiquitos, de asientos pequeños, tuve la mala suerte de que me tocó un gordis al lado. No tengo nada contra los gordis, sé que son gente feliz, pero no caben en esos avioncitos. Lo bueno es que el vuelo es de un par de horas, una vez me fleté uno en Air France desde París a CDMX y aquello fue un suplicio de 11 horas, porque el gordis, aparte de que no cabía, sudaba el muy jijo, pues aquí me tenéis entre una jeta de dormida y leer un excelente libro. Uno que me ha maravillado y ahora pido unos cinco para mis amigos. Es del español Santiago Posteguillo, de esos que, cuando lo comienzas, no lo quieres soltar. Se llama ‘La sangre de los libros’. El Renacimiento en todo su esplendor, Los Medici, Dante, los romanos, Marco Tulio. Extraordinario y barato, lo compré en la tienda de Slim por 99 pesos y lo debo terminar en un par de días. El avión numero 4037 despega. Toma la pista de Veracruz. Eleva rápido, los flaps comienzan a operar. Ladea y se enruta. No sé mucho de aviación pero sé algo, lo poco se lo debo a tantos libros que leí de los accidentes, y algo a Nat Geo, el canal que todo te explica. Eleva el vuelo y a los 10 mil pies deja que el piloto automático lo ponga en ruta, lo nivele y a esperar buen vuelo. Al elevar la vista de la bella bahía de Veracruz, enfila hacia el norte. Van dos picudos pasajeros ahí, que vi de lejos, uno es Harry Grapa, que secretario de turismo de Duarte fue y que, en Woodlands, le encontraron una casa millonaria, aunque él no lo negó. Dijo que era propia y que la compró con sus ahorros. El otro, me pareció era el casamentero Valverde. Tocamos tierra y carretera hacia la terminal.

LA ADUANA

Poca gente, es un domingo cualquiera. Apenas unos vuelos, uno de Japón y el nuestro. Algunas veces me ha tocado aquí esperas y colas de tres horas. Hoy lo hacemos en media hora. Volar, como fumar, es un placer, genial sensual. Nos toca una mujer agradable, de color, le explicamos que venimos seis días y que viernes retornamos y le muestro el hotel en Woodlands. Hace no mucho, con un picudo funcionario de Yunes (Miguel Ángel), le dije que por qué no utilizaban el helicóptero que era propiedad del gobierno. El rojo aquel al que una vez me subí. Me dijo que no había dinero para ponerlo al tiro, que se requerían como once millones de pesos para hacerle la afinación y el balanceo (eso es de autos, de helicópteros creo que es Overhaul) y por eso (eso es mío) el gobernador Yunes anda casi en los ADO y no tarda en los AU o en aquellos similares a los antiguos Flecha Roja o los de Palma Sola. Veo en Facebook que Yunes sale al aire. Dice lo que siempre dijo, sus verdades. El riesgo que vivió cuando a su hijo Miguel, le cruzaron un comando por la parte norte del Estado, queriéndolo ejecutar, un cobarde atentado que se recuerda. Y felicita a Peña Nieto por la detención de JDO y, como Raúl Velasco en sus tiempos de Siempre en Domingo, señala que ‘Aún hay más’. Que vendrán más detenciones y tratar de recuperar lo sustraído, para que su gobierno pueda pagar la renta, el teléfono y la luz. Del aeropuerto tomo la autopista de paga a Woodlands. Una belleza de seis carriles, la paga es de un par de dólares, nada que ver con los indecentes de Capufe, que no solo nos roban nuestro dinero, nos dan servicio como de Uganda, en época de Idi Amin Dadá, y nosotros tan campantes. Aquí el cemento en todo su esplendor, al pie de los bosques, de los álamos y de todos los verdes apreciados, uno ve el progreso de este país, que pocos como ellos. Se pueden dar el lujo de tener las mejores autopistas del mundo, ellos y los californianos. Donde quiera hay progreso. Cuidan sus carreteras y las cuidan porque aquí no hay corrupción, y si la hay la castigan. En México se les aplaude a los funcionarios, y uno hace cómo que no pasa nada. Es increíble que mantengamos esas autopistas que parecen caminos rurales. Y lo mejor es un letrero visto en Woodlands, donde hacen un nuevo puente: “Tus impuestos están trabajando, se invierten aquí”. Ni hablar.

EL MEJOR MEME

Cuando detuvieron a JDO, llegaron 17 mil memes por las redes. El mejor de todos es aquel que decía: “Que levante la mano el tonto (decía otra cosa) que dijo que Duarte estaba en Canadá”. Y aparece López Dóriga levantando la manita. Hay días así.

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