*De Pavese: “Es hermoso escribir porque reúne las dos alegrías: hablar uno solo y hablarle a la multitud”. Camelot.

SALINAS/UNA MENTE BRILLANTE

Recién terminó su sexenio, víctima de la antropofagia a la que se dedicaban los políticos, cuando el traumado y rencoroso Ernesto Zedillo la emprendió contra el ex presidente y lo hizo pasar a ser “el villano favorito” de los mexicanos al grito de guerra. Vivió su infortunio y encierro del hermano tentón. Pero el tiempo suele curar heridas, no borrarlas porque entre los mexicanos quedó con una aceptación mala llena de corrupción. “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”. Dijo Miguel de Cervantes. Chaplin decía que el tiempo es el mejor autor, siempre encuentra un final feliz. Carlos Salinas de Gortari (Ciudad de México; 3 de abril de 1948), peripla ahora por los noticieros nacionales a promover un nuevo libro, de su creación: “Muros, puentes y litorales”, un libro que se lee rapidito, donde rememora aquellas relaciones con Cuba, un país de claroscuros, que un tiempo fue muy hermano de México, donde hasta el gran Lázaro Cárdenas, expresidente, salió a Cuba a querer tomar las armas en defensa de su revolución, y el presidente López Mateos tuvo que detenerlo. Salinas vivió una relación donde le sirvió de puente al presidente Clinton. Cito a Carmen Aristegui: “El tercer capítulo, en la última parte se narra el drama que en 2003 vivió una mujer estadounidense en busca de sus hijos, secuestrados y retenidos de manera clandestina en Cuba. La determinación de esa madre y la justicia de su reclamo no hubieran hallado el complemento indispensable sin la determinación de Fidel Castro y el propio presidente Salinas. En síntesis, la presente obra constituye un alegato urgente y una brújula para derrumbar muros ideológicos y establecer puentes de progreso entre litorales comunes.

CON MILENIO TV

Lo de mente brillante, lo escribo porque anoche mismo, en la soledad de mi cuarto de hotel jalapeño, uno de los de la entrada a la ciudad, cerca de Plaza Américas, vamos, el Fiesta Inn, encendí la tele y encontré la mente brillante del expresidente, entrevistado por Carlos Marín en El asalto a la razón. Tocó los temas de importancia. Del pelos de elote: “Trump y su grupo son virulenta minoría. Su reacción es equivocada y a destiempo, porque ven amenazada su circunstancia”. El creador con Bush y el canadiense del Tratado de Libre Comercio, que les dio vida a los tres países en su comercio, habló del mismo TLC. Dictó una cátedra, poseedor del liberalismo, que no neoliberalismo, se remontó a tiempos de crisis de los americanos, como aquella de 1907 en Nueva York, cuando los bancos quebraron, incluidos el gran JP Morgan, y los resfriados que le dieron al mundo como si fueran pulmonía. Marín le recordó que liberó la tenencia de la tierra, y orgulloso lució que un millón 100 mil mujeres ya son dueñas de la tierra, gracias a los programas de su gobierno. Una entrevista brillante, que se puede ver en internet, en el YouTube o en las páginas de Milenio TV. Egresado de Harvard, donde estudió dos maestrías y un doctorado, Salinas regresó la semana pasada a la Escuela Kennedy de Gobierno de Harvard, y defendió a México más que Peña Nieto y Anaya juntos. “Sin migrantes, Estados Unidos no puede ser competitivo. La construcción del Muro es una afrenta a los estadounidenses”, aseguraba con vehemencia. Cierta vez, Bill Clinton llamó a Salinas, una madre americana quería recuperar a sus hijos, teniendo la custodia de un juez, que estaban retenidos en Cuba por un padre que se los había llevado a la isla. El padre americano pedía un millón de dólares por devolverlos. La madre buscó al expresidente. Le conmovió el caso. Temprano, en avión privado voló a La Habana, corría el riesgo de que el padre abandonara la isla con los dos menores secuestrados. Buscó y encontró a Fidel.

“Enseguida, el Comandante Castro me pidió que le hablara del asunto que me traía frente a él con tanta urgencia. Le hablé de Nina, de su divorcio, del secuestro de los niños a Egipto y de la actual presencia de Henry y Victoria en Cuba. Al llegar a este punto, Castro, que escuchaba atento y sereno, reaccionó: ¿cómo era posible que dos niños norteamericanos secuestrados se encontraran en su país? Me limité a mostrarle las fotos de los niños en la Marina Hemingway. Al verlas, el Comandante saltó de su silla. Su sorpresa fue mayúscula: «¿Te das cuenta, Salinas? ¡Esto es como lo de Elián, pero al revés!”. Me trasladé al Palacio de las Convenciones. Castro me recibió animado: “Los niños se encuentran bien y ya están a salvo”, dijo con entusiasmo. “El padre ha sido detenido, pero sin violencia y sobre todo sin que los niños se dieran cuenta de la acción. Hemos sido muy afortunados”.

Ese día, el Granma publicó en primera plana los pormenores del secuestro y el ulterior rescate. Les pedí a Nina y al presidente Castro que pusieran sus firmas en un ejemplar. Lo conservo enmarcado, como testimonio de esos días singulares”.

La historia completa de ese rescate humanitario de 2003, está documentada en el diario El País. Una historia conmovedora.

La foto expuesta en Facebook, es cuando le encontré en una conferencia en Veracruz.

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