*De Lebon. “Los pueblos viven sobre todo de esperanzas. Sus revoluciones tiene por objeto sustituir con esperanzas nuevas las antiguas que perdieron su fuerza”. Camelot.

LA FUENTE DE TREVI

Uno puede ir a Roma y espiar el Vaticano, entrar y ver la inmensidad de La Piedad, del gran Miguel Angel, si corres con suerte, el Papa saldrá en los días planeados a dar la Bendición papal, aunque lo veas chiquito por las multitudes que allí llegan como romeros buscando a Dios, o a su hijo mayor, el argentino que cuenta buenos chistes y le va al San Lorenzo de Almagro, en el futbol. He visitado Roma algunas veces, y Florencia y Venecia (oh que profunda emoción, recordar el ayer). Sucede que leo en el diario El País, que la alcaldesa de Roma quiere que los turistas que allí lleguen a la Fuente de Trevi, no se detengan, que ahuequen el ala y que vayan más rápido que Yunes atrapando tentones. En el área de la fuente, hay restaurantes y brasseries para tirarse una copa o un vino o una tapa y ver esa obra monumental, creada por los arquitectos Gian Lorenzo Bernini, Nicola Salvi, Clemente XII (este era Papa), Giuseppe Pannini. Data de 1732 y es más vieja que Kamalucas, estilo barroco. Allí se hizo más famosa cuando se cantó aquella rola de Tres monedas en la fuente, cinta hollywoodense de 1954, que ganó un Oscar de la Academia. Ahora escucho ese tema mientras escribo estas líneas, para inspirarme. Ray Coniff, Sinatra, Doris Day, Dean Martín, Frank Pourcel, no ha habido artista de prestigio que no la entonara. La leyenda indica, que uno tiene que tirar una moneda, para ser merecedor a regresar a esa Roma bella. Como dicen en Orizaba, que hay que subir al Cerro del Borrego, para no salir de aquí. Algunos lo hicimos.

LA OTRA PELICULA EN LA FONTANA

El País: “Bajo las aguas de la Fontana di Trevi yace un tesoro. Miles de turistas paran cada día ante la fuente más célebre de Roma y fían al lanzamiento de una moneda su esperanza de regresar a la Città Eterna. Tanto que el año pasado se hundieron en la fuente hasta 1,4 millones de euros, según el último informe de Caritas, la organización a la que se destina el dinero rescatado. El documento desvela que hubo viajeros más originales: tiraron brazaletes, fichas de póker, llaves o candados (ninguna ha tirado sus calzones, eso es mío). Dos arrojaron directamente su dentadura postiza. Sea como fuere, todos los visitantes pronto tendrán que agilizar sus lanzamientos: la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, quiere establecer un “recorrido de fruición que no permita detenerse” ante la Fontana di Trevi, según informó en una entrevista en el programa televisivo Porta a Porta, emitido ayer en Italia”.

Enloqueció esa alcaldesa, ¿cómo no detenerse para tomar la fotografía?

Alguna vez me tocó la fila para la Tumba de Juan Pablo Segundo, y la guardia papal no permitía detenerse, ni para tomar fotos, había que hacer trampa.

Allí también Marcelo Mastroniani y la gran Anita Eckberg se dieron aquel beso que inmortalizaron la película, La dolce vita, un film de 1960 dirigido por Federico Fellini.

Sucede que la alcaldesa se queja de que hay pocos policías, y muchos de ellos están viejos y panzones, como los nuestros. Y no puede con las multitudes, hace poco dos turistas se metieron a bañar con todo y ropa y no hubo quien les detuviera.

No debía tener miedo, una vez un par de mexicanos al grito de guerra, en un Mundial de futbol, orinó en Paris sobre la flama eterna, puesta y encendida en homenaje al Soldado Desconocido, y era tan fuerte la meada que la apagaron, venían de tirarse unas cinco chelas. Crearon un conflicto de los dos países, que por poco se nos va a otra Guerra de los Pasteles. La embajadora, Sandra Fuentes Beráin, hizo lo imposible por liberar a los meones. Allí, cerca del Arco del Triunfo, donde los domingos desfilan los viejitos veteranos de Guerra, al grito de Viva la france. Inches meones.

EL PAIS Y LA FUENTE

“Tras derrumbes y desprendimientos, la Fontana de Trevi pasó por 17 meses de obras de restauración y se pasó un año y medio cerrada, sin agua y escondida tras los andamios. La nueva fuente se mostró en noviembre de 2015, lo que provocó enseguida un debate sobre el supuesto cambio de color del agua. Desde entonces, el comportamiento de ciertos turistas —algunos trepan sobre el monumento, varios tratan de emular a Anita Ekberg en La dolce vita— refuerza cada cierto tiempo las polémicas sobre el estado de la fuente y su cuidado. Inevitablemente, la propuesta de Raggi también ha generado opiniones a favor y en contra. Y seguramente el debate siga sin parar. ¿Como los turistas ante la fuente?

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