Durante este periodo de campañas y efervescencia electoral es común encontrar en todos lados las imágenes de los candidatos, rostros sonrientes que nos invitan a votar; pero también de manera frecuente nos topamos con la apatía ciudadana, semblantes incrédulos que reflejan el hartazgo y la desconfianza en la política y en los políticos.
Es por ello que las campañas electorales deben ir más allá de las emociones y las pasiones; los ciudadanos tienen la responsabilidad de reflexionar sobre la dificultad y esterilidad de vivir en el descontento y en la indiferencia, mientras que quienes aspiran a ocupar un puesto de elección popular deben comprender que una campaña no puede ni debe basarse únicamente en sonrisas y abrazos.
Pero más allá de la resignación, la ciudadanía debe pasar a la acción, cuestionándose sobre las necesidades de su entorno e investigando las propuestas de los candidatos, para identificar a quienes ofrecen solución a los principales problemas sociales.
Sin embargo no es suficiente escuchar impresionantes discursos y numerosas “promesas de campaña”, ya que la credibilidad se ha ido perdiendo en la medida que disminuye el valor de la palabra empeñada.
Ya no basta con palabras, en política los hechos hablan, por ello resulta indispensable conocer la trayectoria política y personal de quienes aspiran a gobernar. Es necesario saber que hicieron en el pasado para prever su actuar futuro.
Afortunadamente en un sistema democrático como el nuestro, las elecciones nos dejan lecciones y las promesas incumplidas se pagan en las urnas, a través del voto informado, útil y responsable.

La principal tarea de los candidatos debe ser incentivar la participación ciudadana mediante la implementación de estrategias que apuesten a combatir la apatía en aquellos que aspiran a gobernar.
Mientras que la principal obligación del ciudadano es ejercer un voto razonado e informado no solo como derecho, sino como obligación civil y como herramienta para otorgar el poder a quienes están capacitados para ejercerlo.
Tanto políticos como ciudadanos debemos comprometernos con las causas sociales, asumiendo y desempeñando el rol que nos corresponde de manera consciente y proactiva para lograr incidir en la transformación positiva de nuestro entorno.