Leí a finales de los años 70 a Gabriel García Márquez. Desde ‘El olor de la guayaba’, ‘Hojarasca’, ‘Los funerales de la mama grande’, ‘El coronel no tiene quien le escriba’ hasta la más célebre de sus novelas ‘Cien años de soledad’, que en realidad es como un cuento largo o, para decirlo todavía mejor, es como una novela-cuento. Cualquier cosa que pudiera decirse sobre la obra literaria del gran Gabo, o pudieran sonar a lugares comunes o, de plano, se podría correr el riesgo de quedarse corto en las apreciaciones y comentarios y pecar de superficialidad, sobre todo cuando no se es especialista en estas cosas de la apreciación literaria.

Lo que sí es un hecho es que la mano literaria del colombiano a la hora de escribir y plasmar historias, historias de esas que, según los enterados, se conoce como el realismo mágico, fue única, las más de las veces deslumbrante, muy imaginativa, creativa tan bien, y con una capacidad para crear ambientes, escenarios, describir atmósferas y narrar cosas tan de nosotros los latinoamericanos que, cuando uno lee a García Márquez, le queda la sensación como de ‘Déjà vu’, es decir, caray, esta historia como que ya la viví. El que esto escribe era un fiel seguidor de Gabo. Sin faltar cada semana me recitaba sus historias en Proceso, recuerdo una muy bien, con tintes macabros, y es que relataba cómo cierta vez un persona equis, un viernes en un edificio de oficinas se queda atorado en el ascensor, se atravesó el fin de semana y por ahí uno o dos días feriados, total que el personal al regresar de los días de asueto se encontraron con la escena macabra del desgraciado hombre ya fallecido al quedar atrapado en el elevador. Ya no me acuerdo de más detalles, pero la historia iba por ahí y, por supuesto, magistralmente narrada por García Márquez.

Tenía tiempo que no leía, o más bien releía los viejos textos de Gabo desde mis épocas de estudiante universitario. Le pedía a mi suegra me prestara la edición conmemorativa de ‘Cien años de soledad’ que publicó la Real Academia Española de la Lengua a propósito de los cuarenta años del texto –en 2007- y del ochenta aniversario de vida del autor. Es una edición espléndida que mi suegra guarda como un tesoro. Y no es para menos, trae una presentación a cargo de Álvaro Mutis, paisano de García Márquez y, como él, también avecindado en México, en donde fue incluso locutor y se hizo muy célebre por narrar las aventuras de la serie televisiva ‘Los intocables’ de Elliot Ness, el célebre policía de Chicago que combatió a la mafia.

Asimismo, trae un ensayo de Carlos Fuentes en donde narra las vivencias mutuas, a propósito de las desventuras por las que pasó García Márquez para escribir su célebre obra en el aquel entonces D. F. Cualquier cosa que pudiera decir de este relato sale sobrando, si tienen la oportunidad de leerlo, ¡léanlo! De igual manera trae testimonios de Mario Vargas Llosa, de Víctor García de la Concha y de Claudio Guillén, que se suman al homenaje al autor. La misma recomendación, lean estos entrañables escritos, redactados, ni duda cabe, con el corazón.

Leer nuevamente a García Márquez como que reconforta y de alguna manera nos rejuvenece. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevo a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”, ¡chingao, qué manera de empezar un relato! Así empieza la historia de las siete generaciones de la familia Buendía.

Bien dicen que a partir de las novelas de García Márquez, los escritores se concentraron más de lo acostumbrado en la forma en que debía iniciarse una novela. Aprendieron de memoria los comienzos de sus obras como si fueran una letanía que podía ayudar a escribir mejor. A Gabriel se le leía de madrugada como si en sus relatos estuviera encerrada la piedra filosofal de todas las narrativas del mundo. Algo hay de eso en lo que trato de escribir de mejor manera todos los días.

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@marcogonzalezga