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SinEmbargo/Agencia Informativa Conacyt

Un estudiante mexicano del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Monterrey, desarrolló un parche de biosensores que se inserta bajo cualquier brasier para detectar el cáncer de mama mediante termografía, esto lo hace mediante el mapeo del área del seno utilizando múltiples sensores que miden la textura, color y temperatura.

El producto, denominado Eva, funciona en vinculación con un teléfono inteligente al que se envían los datos de la usuaria, analiza la información y emite un diagnóstico respecto a la salud del seno.

Julián Ríos Cantú es estudiante de último semestre de preparatoria y desarrolló esto en colaboración de otros tres estudiantes y su mentor, el ingeniero Víctor Melgarejo Zurutuza, quien asesoró el desarrollo del proyecto.

“Lo complicado no ha sido la parte física del producto. Lo verdaderamente complejo es la forma en que se emite el diagnóstico, es decir, tomar los datos de la temperatura del seno y eso convertirlo en un diagnóstico confiable. Es un proceso que involucra inteligencia artificial”, explicó en entrevista el emprendedor mexicano de 17 años.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cuál es la principal ventaja de este dispositivo?

Julián Ríos Cantú (JRC): Muchos de los inventos y desarrollos que se están haciendo en la actualidad alrededor de esta problemática olvidan la parte importante de la accesibilidad. Para que esto sea rentable y funcione, tiene que brindar un diagnóstico sin la necesidad de que los datos sean interpretados por un médico especialista.

Si fuera el caso de este producto, no se podría escalar porque no se podría llevar a una comunidad rural donde no hay expertos que puedan interpretar ciertos datos para emitir un diagnóstico confiable.

Para crear un método portátil y no invasivo para la detección de cáncer de mama, el software es el que debe de hacer el diagnóstico y no el médico. Esa es nuestra principal distinción: un algoritmo de inteligencia artificial que puede obtener esos datos e ir aprendiendo hasta tener una herramienta de diagnóstico muy precisa.

Nosotros no pretendemos reemplazar métodos diagnósticos como la mastografía. Nuestra intención es otorgar una herramienta más de diagnóstico y profesionalizar el método de la autoexploración.

AIC: ¿Cómo surgió la idea inicial de crear este dispositivo?

JRC: La idea nace hace más o menos dos años cuando a mi mamá le detectan por segunda ocasión cáncer de mama, y lo que sucedió fue que mi mamá se hizo una mastografía aquí en México y el oncólogo le dijo que tenía una pequeña mancha en el seno. Le dijeron que lo más probable es que fueran tumores benignos. Pasaron seis meses y se volvió a hacer una mastografía, ahora en Estados Unidos, en esa ocasión le dieron un diagnóstico de cáncer.

Ahí nos dimos cuenta, primero, de la falibilidad del método diagnóstico de la mastografía y, segundo, de la negligencia médica de los profesionales de la salud por faltas al protocolo después del primer diagnóstico.

Nos percatamos de que algo no estaba bien por lo que lo primero que me dediqué a hacer fue investigar desde páginas de Internet pasando por libros hasta artículos científicos, ahí pude comprender bastante bien muchas cosas alrededor de la enfermedad. Y eso aunado a mi experiencia indirecta sabía cuáles eran los métodos de diagnóstico y los tratamientos.

Lo que siguió fue hacer una búsqueda de patentes para saber que métodos existen y cuáles ya están aprobados por las autoridades. Lo que encontré fueron cuatro métodos: la mastografía, la termografía, la autoexploración y el ultrasonido.

Foto: Conacyt.

AIC: ¿Cómo este dispositivo llega al diagnóstico de cáncer de mama?

JRC: Tomamos el concepto de la termografía que es un método aprobado desde 1985. Lo que hace la termografía es tomar una imagen térmica del seno de la mujer, el problema es que es algo extremadamente complejo de interpretar porque cada pixel de la imagen representa una temperatura diferente.

Entonces, lo que hacemos es llevar ese método de termografía a una escala personal y la inteligencia artificial interpreta los resultados para brindar un diagnóstico certero.

AIC: ¿Qué apoyos han obtenido para el desarrollo y escalamiento del proyecto?

JRC: Básicamente el apoyo obtenido ha sido por parte de la incubadora de empresas del ITESM, que nos ha llevado a través de la empresa que fundamos, Higia Tech, a relacionarnos con innovadores en el campo médico. Al principio todo fue lento porque no teníamos el capital para desarrollar todo, pero siempre encontramos los métodos más económicos para esto.

Fue cuestión de inventiva, más que nada, para valernos con los pocos recursos que teníamos en ese momento.

AIC: ¿Esto es un dispositivo o una aplicación médica?

JRC: Muchos quieren catalogarlo como una aplicación médica pero eso nos eximiría de obtener la certificación médica internacional y eso sería vender pseudociencia y no ciencia, por lo que nuestro producto está catalogado como dispositivo médico para uso personal.

AIC: ¿En que etapa de desarrollo van?

JRC: Estamos por iniciar la segunda ronda de pruebas clínicas con un número más extenso de mujeres con una base de datos más grande. La pruebas anteriores habían sido con un grupo reducido de mujeres, ahora nuestra base de datos es de más de mil imágenes térmicas.

Seguimos probando la factibilidad de nuestros algoritmos, así como el hardware. En esta segunda ronda, que terminará en julio, con los resultados que esperamos solo quedará formalizarlos para presentarlos ante las autoridades regulatorias. Esperamos que el producto se empiece a producir y vender para el público en general a finales de 2018 o principios de 2019.

AIC: ¿Cuál ha sido tu experiencia desarrollando una empresa de base tecnológica?

JRC: En México, solo 5.9 por ciento de las pequeñas y medianas empresas desarrollan o están inmersas en el campo de la alta tecnología. Es decir, el campo de innovación en el país está muy reducido. Lo que mayor impacto puede crear en una sociedad es la innovación tecnológica, por lo que para que los países en desarrollo logren dar ese salto se debe de crear un ecosistema emprendedor para el desarrollo de tecnología e innovación.

Cada vez, por iniciativas como las del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y las del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem), se está logrando crear este ecosistema pero todavía falta mucho.

Estoy seguro que voy a ser la última generación de emprendedores que tenga que lidiar con eso porque, seguramente, la siguiente va a tener el camino mucho menos sinuoso, y esto va a ser posible gracias a la lucha que las startups están haciendo por conseguir más y mejores oportunidades.

AIC: ¿Cómo te vinculaste con el equipo para desarrollar tu idea?

JRC: Los conocí en el equipo representativo de robótica de la preparatoria, entonces vi que eran chicos extremadamente listos. Supe que era un buen equipo cuando dudaron de la factibilidad de la idea y lo primero que hicieron fue investigar el tema.

Gracias a ello, pudimos dar una idea más amplia de lo que queríamos. De tres personas pasamos a un equipo de 15 personas, con cuatro oncólogos, dos colaboradores internacionales y varias personas haciendo investigación de maestría en nuestros productos.