Desde las XIV y XVII Asambleas Nacionales Ordinarias encabezadas por Luis Donaldo Colosio Murrieta y Santiago Oñate Laborde, en 1990 y 1996, respectivamente, no teníamos memoria de otro encuentro del órgano máximo de dirección del Partido Revolucionario Institucional como organización partidista nacional de la magnitud de esta última, la XXII Ordinaria, que haya causado tanta resonancia y expectación.
Las Asambleas Nacionales Ordinarias, de acuerdo con los Estatutos del PRI, se deben celebrar cada tres años, y en especial son de importancia estratégica las previas al proceso electoral presidencial, como ha ocurrido con la XXII, que atrajo reflectores de tirios y troyanos. Sin embargo, esta plenaria del priismo además tenía un componente adicional que no se puede soslayar ni ocultar: por primera vez está en serio riesgo de perder la elección presidencial del año que entra, pero no solo eso, existe la real posibilidad de que caiga a un tercer lugar, sin contar con que la segunda elección en importancia después de la presidencial, la de la Jefatura del Gobierno de la ciudad de México, es (casi) seguro que la pierda.
Los priistas no ignoran esas negras expectativas y decidieron moverse, sacudirse el sopor, el letargo, el adormilamiento, para presentarse en mejores condiciones de competitividad el año que entra. Para ello modificó sus documentos básicos y estableció igualdad de condiciones para los aspirantes a cargos de elección popular, es decir, ahora tanto priistas como simpatizantes no afiliados podrán contender a convertirse en candidatos por el tricolor, repito, en primera instancia de cara a la elección de 2018, pero esto ya es una norma que va a operar del año que entra en adelante.
Esto quiere decir que cualquier ciudadano podrá convertirse en candidato en cualquiera de los cargos de elección popular, incluida la presidencia. Ya sabe usted, antes había candados establecían que para ser candidato se requería, ante todo, ser militante del partido, pues ahora esta condición quedó fuera, más los 10 años de militancia que también se exigían.
Esta última resolución también, abre la puerta a un mayor número de candidatos jóvenes (se aprobó otorgar 30 por ciento de candidaturas a jóvenes), y un 10 por ciento de las candidaturas deberán otorgarse a indígenas, sin contar que se confirmó la paridad de género en la postulación de candidatos. De ahí lo más notable es la prohibición de los ‘chapulines pluris’. Quienes sean senadores de la República, diputados federales y locales por el principio de representación proporcional, no podrán ser postulados en la elección consecutiva para el mismo cargo y por la misma vía. Finalmente, se fijaron nuevas reglas en materia de coaliciones y se puso especial énfasis en el tema del combate a la corrupción.
O sea, el PRI se asume como un partido vivo que quiere seguir viviendo, no quiere ser un partido testimonial, quiere dejar de lado la pusilanimidad. Como en todo lo que hace o proviene del PRI, hay críticos y aduladores, hay escépticos y optimistas, hay quienes ven el vaso medio lleno y otros que lo ven medio vacío. Yo diría que el panorama que se ve a lo lejos en el horizonte del 2018 es, sin duda, borrascoso, sin embargo, no todo está ganado, ni todo está perdido, la pelea electoral todavía no comienza y lo que hoy es negro mañana podría tornarse blanco, todo depende de los actores y de las estrategias de lucha de cada organización partidista.
El PRI está a prueba, jamás había tenido tantas calificaciones negativas como las actuales. Lo que sí es un hecho es que uno de los ‘valores’ más importantes de los priistas, casi una tradición, la disciplina partidista, está de vuelta, la otra novedad de la Asamblea es que EPN se confirma como el jefe máximo del partido, lo que significa en los hechos, es que sobre él va a recaer el mayor peso de quien pretenda que sea su sucesor. Sin embargo, lo peor que podrían hacer los priistas es cantar victoria antes de tiempo, la competencia va a estar dura en el 18 y uno de los temas centrales será el combate a la corrupción, tema fundamental que no hay que soslayar.
Lo otro es que parece que el candidato no va a ser un priista de cepa, aunque lo obvio no necesariamente es lo que tendría que proceder.
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@marcogonzalezga