Por fin se me hizo ver “La forma del agua” de Guillermo del Toro, y no me decepcionó, por el contrario, confirmó todas las expectativas que me había creado acerca de ella. Para empezar, diré de la película del director jalisciense, que me sorprendió, pero no precisamente por ser una gran cinta –que en verdad lo es-, me sorprendió porque es inusualmente –y bellamente- erótica. Aunque ya había leído sobre la gran carga de erotismo que tiene “La forma del agua”, jamás me imaginé que formara parte de la trama, digamos que tan desinhibidamente.
Es un erotismo natural, como se podría dar en la vida real de cualquier persona normal. También me sorprendió la sensualidad atípica de la protagonista, Sally Hawkins, que, entre otras características del papel que interpreta, vive su sexualidad como cualquier persona normal debería vivirla. Total, que “La forma del agua” es una gran cinta que confirma y reconfirma que Guillermo del Toro es un gigante de la dirección cinematográfica, un director al que le gusta hacer homenajes y hacer referencias a otras joyas del cinema mundial. Y en lo particular a mi encanta ese tipo de cine, por eso durante mucho tiempo uno de mis directores favoritos lo fue Brian de Palma, tan dado a través de su cine a rendir culto a otros grandes directores, Hitchcock y Einsenstain, por ejemplo.
Es una bella película esta realización de del Toro, que combina muchos géneros, desde el cine de terror (El monstruo de la laguna negra), hasta clásicos de Disney como “La bella y la bestia” y “La sirenita”, e inclusive “Titanic” de James Cameron. No les voy a contar la historia, véanla, vale la pena, solo les voy a dar algunos detalles que me parecen destacables en el filme que hacen que la trama se enriquezca. Por supuesto, en primer lugar pondría la historia y el guion cinematográfico de Guillermo del Toro. En segundo lugar pondría la ambientación tan bien lograda que lo transporta a uno a la década de los sesentas. Los detalles escenográficos son muy importantes, desde el centro de investigaciones secretas, uno ve imágenes y se imagina que así era el Pentágono en aquellos años o así fue la sede del Proyecto Manhattan, en Los Álamos, Nuevo México, en donde Estados Unidos desarrolló la bomba atómica.
Otro elemento a considerar son los mosaicos y los decorados en general de los sanitarios, desde los del baño del departamento de la protagonista, Elisa, hasta los detalles de los baños para el personal del laboratorio secreto de Baltimore, en donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Los mismos personajes merecen un comentario aparte, el papel de una afanadora muda de la Hawkins está de diez, el del villano de la trama, Richard Strickland (Michael Shannnon), que personifica a un malvado caricaturesco, el de Octavia Spencer, la otra afanadora, que es como una especie de intérprete de Elisa, que tiene que cambiar la traducción del lenguaje de señas de la muda cuando ésta profiere malas palabras, hasta el del vecino homosexual, excelentemente actuado por Richard Jenkins, y para qué sigo, corran a verla.
Finalmente diré que hay una afortunada combinación de recursos a los que recurre del Toro para narrar su película: terror, cine negro, musical, comedia, televisión de comedia de los setenta, con referencias al “Súper agente 86” y los malosos de C.A.O.S.; cine fantástico, alegorías, magia, cine de hadas, historia de amor, etc. En fin, es una gran película que me confirma que los mexicanos tenemos en del Toro, Cuarón, mi sobrino González Iñárritu y el Chivo Lubezki, a cuatro de los genios más grandes que ha dado México a la cinematografía mundial, de los cuales me siento verdaderamente orgulloso.
www.cronicadelpoder1@nullgmail.com
@marcogonzalezga