Agustín Basilio de la Vega.

La palabra voto viene del latín votum, es la preferencia ante una opción. Siempre las personas votamos o decidimos algo en nuestra vida diaria ya que libremente elegimos esto o aquello. Con nuestra inteligencia seleccionamos lo que creemos es conveniente y con la voluntad actuamos.
En el sentido cívico o político, el voto es una facultad o derecho de los ciudadanos para escoger representantes, leyes o gobiernos. Generalmente se ejerce periódicamente (cada tres o seis años) y quizás sea una de las decisiones más comprometedoras en la vida. Cabe destacar que es muy importante poner todo nuestro talento para analizar bien a quien se entrega nuestra confianza ya que ese partido o candidato tomará las riendas del gobierno por un tiempo y sus actos tendrán consecuencias en nuestra vida.
El voto debe ser razonado, libre, personal, intransferible, universal, directo y secreto. Las democracias reales aceptan como principio rector: “un ciudadano un voto” para sostener que valen lo mismo todos los votos sin importar la condición social o económica ni las preferencias personales en materia de religión, filosofía o partido.
Pero la responsabilidad del ciudadano no se restringe a cruzar una boleta electoral, va más allá de ese acto pues hoy en día son quienes organizan las elecciones y reciben los votos para contarlos
En México, la autoridad electoral está en manos de personas que deben actuar con imparcialidad, objetividad, transparencia, legalidad, independencia y máxima publicidad. desde el presidente del INE hasta el último escrutador en una casilla, son ciudadanos mexicanos a quienes les confiamos nuestro sufragio para que lo cuenten y resuelvan a quien apoyó la mayoría de los electores.
En el pasado reciente (la mayor parte del siglo XX) en nuestro país, el gobierno y sus candidatos (la secretaria de gobernación, el llamado colegio electoral y las comisiones electorales) fueron quienes organizaron, implementaron y calificaron las elecciones. Con la creación del IFE hoy INE (1990) y del tribunal electoral, son los ciudadanos mexicanos quienes gradualmente lograron tener en sus manos la organización, celebración y la calificación de las elecciones.
Basta poner un ejemplo para significar la responsabilidad que han alcanzado los ciudadanos en materia electoral. Hoy en día quienes fungen como presidentes, secretarios y escrutadores en las casillas son nuestros vecinos, ellos son seleccionados de manera aleatoria y se preparan para recibir y contar los votos. De manera transparente y legal cuentan los sufragios, llenan las actas y publicitan los resultados afuera de las casillas cuando se termina el cómputo. Esos resultados se pueden verificar por internet y cotejar las firmas en las actas.
Para estas elecciones en este 2018 se instalarán más de 155 mil casillas y se necesitarán cerca de 1 millón 400 mil ciudadanos entre propietarios y suplantes sin contar con los representantes de los partidos políticos.
El respeto al voto es el fundamento de la democracia pero ésta no puede perfeccionarse si teniendo el derecho y la oportunidad, los ciudadanos no participamos cuando somos convocados. Cada uno de nosotros puede hacer que nuestras instituciones cumplan con su cometido pero eso no nos llegará si no contribuimos con nuestro esfuerzo. ¿Tenemos acaso el derecho a criticar al gobierno si no aceptamos al menos ser funcionarios de casilla o al menos ser electores? El cultivo de la cultura democrática es responsabilidad de todos.