El promedio de aprobación sexenal de los últimos cinco presidentes, al iniciar el sexto año de gobierno, en orden de mayor a menor, es el siguiente: Carlos Salinas 73.1%, Vicente Fox 57.9%, Felipe Calderón 56.6%, Ernesto Zedillo 54.9% y Enrique Peña Nieto 38.1%, según Consulta Mitofsky (El Economista 02/03/18).

Al arranque de su gobierno, quien tuvo mejor aprobación fue Fox con 70% y le siguen, de mayor a menor, Calderón con 58%, Salinas con 57%, Peña Nieto con 53% y Zedillo con 42 por ciento.

Al principio de su último año de gobierno, quien tiene mejor aprobación es Salinas con 70% y le sigue, de mayor a menor, Fox con 63%, Zedillo con 62%, Calderón con 52% y Peña Nieto con 21 por ciento.

Entre el inicio y el final de su mandato, Zedillo aumenta 20 puntos, Salinas 13 puntos y Calderón pierde seis puntos, Fox siete puntos y Peña Nieto 31 puntos porcentuales.

El presidente Peña Nieto es el que tiene el más bajo promedio sexenal. Una diferencia de 35 puntos con Salinas, que es el mejor calificado y de 16.9 puntos con Zedillo, que es el peor calificado antes que él.

Es también el peor evaluado al inicio de su último año de gestión. Una diferencia de 49 puntos con Salinas, que es el mejor calificado y de 31 puntos con Calderón, que es el peor calificado antes que él.

Los datos de esta encuesta los señalan también otras, ubican a Peña Nieto de manera consistente como el presidente peor evaluado en la historia reciente del país.

Las explicaciones de la valoración negativa que la ciudadanía tiene de Peña Nieto pueden ser muchas y hace falta un estudio académico serio que interprete los datos estadísticos.

Asumiendo lo anterior, propongo las siguientes razones como explicación. Son de distinto valor e importancia. La imagen negativa que tiene el PRI en la sociedad. En los últimos 30 años, el prestigio de ese partido ha decaído de manera sostenida.

La percepción que tiene la sociedad de que el gobierno del presidente Peña es particularmente corrupto. Es una visión que comparten todos los sectores sociales en las distintas regiones del país.

El aumento de la escolaridad en la población y que también ahora está más y mejor informada que nunca. La ciudadanía, tarde o temprano, sabe todo lo que hacen los políticos y cómo lo hacen. Esto antes no ocurría.

La personalidad e imagen que el presidente proyecta. En su gestión no ha logrado empatar con la ciudadanía. El tipo de política y comunicación que ha hecho lo han mantenido lejano de la gente.

El conjunto de los elementos anteriores ha provocado un hartazgo social, al que el presidente ha hecho mención, que se expresa de múltiples maneras, una de ellas; el rechazo generalizado al presidente y a su gestión.

Twitter: @RubenAguilar