Por Ramón Durón Ruíz (+)

En la hermosa canción ‘Coincidir’ del famoso Silvio Rodríguez, un fragmento dice: “Soy vecino de éste mundo por un rato y coincide que también tú estás aquí, coincidencias tan extrañas de la vida, tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir”
Para el Filósofo de Güémez no hay casualidad en que usted y yo, coincidamos en éste espacio, porque ‘en la vida dos almas no se cruzan por casualidad’, “Eso que llamamos casualidad, surge de la fuente más profunda del universo” recordándonos que ambos, usted y yo, tenemos algo –mucho– que aprender y enseñar… recíprocamente.
Todos estamos de paso y el Filósofo trata primero de atraparlo a usted, primero con una frase que llame su atención y luego compartir con amor una lección, que nos deje una enseñanza, que nos recuerde que llegamos a éste mundo a aprender, evolucionar y crecer.
Cada día trabajo con amor en el humor, porque “Donde entra el humor, sale el doctor” cuando entendemos que “Somos vecinos de éste mundo por un rato…” reconocemos que vamos de paso, que en la transitoriedad de la vida, el sentido del humor aligera la carga.
El buen sentido del humor, es un ejercicio que le da lucidez al corazón, separándonos de la rutina, enseñándonos que se pueden ver los problemas desde otra óptica, preparándonos para descubrir la realidad desde una visión diferente; en la universalidad del humor, HOY parafraseo a Wanda Hernández con el PADRE NUESTRO DEL BUEN HUMOR:
“Padre nuestro que estás en mi vida,
santificado sea tu luz,
venga a nosotros tu alegría,
hágase la paz,
así sea en el amor, como en el humor.
Danos HOY la salud y la alegría de cada día,
enséñame a dar con humildad y pasión,
perdona nuestro entrecejo fruncido,
así como nosotros perdonamos el mal sentido del humor, –el nuestro y el ajeno–
No nos dejes caer en los chismes, el odio y el rencor,
líbranos del miedo y de la envidia,
Gracias por bendecirnos con el pan nuestro y la felicidad de cada día.
¡AMEN!”
El mexicano, que está pleno de una genialidad sin par, que lo diferencia de otros pueblos, intrínsecamente sabe que el buen sentido del humor, es un masaje para el alma, un rico maridaje con el universo, que desarrolla la imaginación, multiplica la felicidad, rompiendo con la rutina, llevándonos a reír de lo risible: la política y de lo solemne: la muerte y la religión. Para muestra la ORACIÓN AL LICOR:
“Trago divino, trago adorado,
cuida mi intestino, el grueso y el delgado,
protege mi páncreas, beba lo que beba,
y que no sea esta noche mi última peda.
Mi hígado encomiendo a tu santo paño,
y que lo que estoy bebiendo, lo orine sin daño,
quítame la cruda, diarrea y jaqueca,
no me des agruras, ni boca reseca.
Ayúdame a encontrar mi ruta y mi camino,
porque luego no recuerdo, ni ‘onde ‘ingados me orino.
Dulce licor, dulce tormento,
¿qué haces afuera…? ¡VENTE PA’ DENTRO!”