Junto a la gran roca de los mareos se veía una rara figura humana. En momentos parecía estar inmóvil. Pero después se movía como balanceándose lentamente. Cuando se movía creaba en su entorno un destello de luz blanquecina y brillante. Era esa luz como una estela blanca junto a su cuerpo. De repente ese bulto brillante tocó a la gran roca y se metió tras de ella. Pero el misterio se agrandó porque entre la gran roca y el talud de la montaña no había espacio que ocupar. No pudimos calcular cuánto pesaba la gran roca, pero su masa era como tres veces mi tamaño a lo alto, y cuatro veces mi tamaño a lo ancho. Don Enrique nos llevó a conocer la gran roca que causaba mareos, fue esa vez que pudimos ver esa increíble figura humana llena de luz. Ahí estuvimos un buen tiempo esperando que saliera la figura humana de atrás de la gran roca otra vez, pero no tuvimos suerte. Al otro día nuevamente estuvimos frente a la gran roca. Y don Enrique nos advirtió: tiene que pasar uno por uno a tocar a la gran roca con las palmas de sus manos. Y fue Gerardo el primero que la tocó. Y después de un rato Gerardo se separó, y no sintió nada. Pero después pasó Francisco, y cuando se separó de la gran roca empezó a toser y a vomitar, y le demoró el malestar como una hora. Después pasó Amado a las risas, burlón de todo lo serio como siempre ha sido. Pero pasado un rato vimos cómo se le borró la sonrisa y se quedó estático. Y tuvo que ir don Enrique a jalarlo porque ya llevaba tiempo como clavado a la gran roca. Don Enrique lo abrazó y lo trajo con dificultad trastabillando hasta donde estábamos nosotros. Amado estaba con las manos rígidas, pálidas, estirados los dedos y con los ojos desorbitados. Y luego le vino el vómito. Cuando Amado se pudo calmar habló: me sentí débil y mareado, no me podía despegar y dar la vuelta. Pero todos nosotros le achacamos esa debilidad a que quizás estábamos cansados. Habíamos bajado la sierra de los “Tamboriles” entre mafafas y matojos húmedos hasta llegar al río. Y pudo ser que el cansancio y la sugestión produjeran esas alteraciones. Don Enrique dijo que ellos conocen muy bien que el poder de la gran roca produce mareos y vómitos, lo tienen bien visto todos los pobladores. Se siente como si le faltara a uno el aire. Sabemos que no es nada malo, pero sí sorprendente. La gente recuerda a la gran roca y sus mareos desde tiempos inmemoriales. Para los niños de las comunidades, la gran roca ha sido siempre un juego tocarla y marearse. Las mujeres ven a la gran roca con cierta reserva, y prefieren no tocarla cuando pasan junto a ella. Y muchos hasta pensamos que la gran roca disfruta del miedo y las risas alegres de quienes la tocamos. Los ancianos cuentan historias interesantes de la gran roca. Tío Efraín afirma que en noches de luna se ve la figura humana misteriosa junto a la gran roca con mayor claridad, y que se ve como envuelta en una túnica con cosas brillantes que destellan en medio de la oscuridad. Doña Luz dice que como la piedra está en el paso, nota raro que su mulita se abre del camino como guardando distancia con la gran roca, y resopla con fuerza el animal. ¿En verdad la gran roca tiene algún poder, misterio, o sugestiona la plática de quienes hablan de ella? No lo sabemos. Y después del viaje, cuando llegamos a casa, Jacinto nos invitó a ver el video del recorrido. Y cuál sería la sorpresa que en todo el video se oyen ruidos estruendosos, y las imágenes están movidas como si le temblaran las manos a quien tomó la película. Pero lo que si se ve bien es la figura humana envuelta en un halo de luz junto a la piedra, y luego se ve como se mete tras de ella. Por si fuera poco, el video de Gloria está en las mismas condiciones, los ruidos y las imágenes movidas, y muy clara la figura humana sorprendente. La gran piedra misteriosa y la figur humana que emerge de sus entrañas, más que dar miedo es una invitación a respetar lo desconocido.