La Mujer, por segunda ocasión, me hizo entrar al contenedor de basura. La primera vez, fue porque echó un documento que no tenía que haber tirado y allí me tienen, entre desechos y olores, buscando el famoso documento… ya no recuerdo si lo encontré… creo que sí, en cachitos, porque para eso, hasta lo rompió. La última ocasión fue cuando creyó haber echado en una bolsa de basura ¡las llaves de la casa! Les explico el porqué de estos asuntos basuriles…

En la reciente vez que incursioné al contenedor, me encontré con un joven que chupaba algo al lado de la ventanilla del contenedor y se sostenía en un palo. Le pedí si me prestaba su báculo para mantener abierta dicha ventanilla y parecía que no me entendía, porque no quiero pensar que le causaba estupor que le dirigiera la palabra. Le repetí mi petición y con algo de timidez, me dio su bastón-palo. No habían pasado cinco minutos de que me sumergiera en la basura, cuando la Mujer me buscó para decirme que ya había encontrado las llaves. Salí y devolví el báculo. El joven se retiró con un recipiente de yogur en mano sin articular palabra y una sospecha entonces recorrió mi brazo derecho que me hizo estremecer…
Alguna vez una vecina me dijo que había visto a un mendigo sacar “comida” del contenedor y alimentarse de ella; fue entonces que recordé el envase de yogur que tenía en la mano y que llevaba a la boca de vez en cuando… ¿sería él?
Hace años, tuve la ocasión de ver por el contenedor de basura del módulo Pino, a un mendigo que de plano se introducía y no sólo se alimentaba de los desechos que allí encontraba, sino que pernoctaba en él. Dejé de verlo y fue otra vecina la que me platicó un supuesto desenlace: que el pobre sujeto consumió veneno y murió en el contenedor. A la fecha, sigo considerando ello como una leyenda urbana pues nunca leí noticia de ello ni hubo vecinos más que corroboraran la historia.
Mis recuerdos en torno a los contenedores de basura obedecen a la noticia que por WhatsApp me llegó por parte de los vecinos y me llenó de sorpresa: este viernes, autoridades de CMAS de Xalapa, acudirán a las 11 horas, a un punto de Jardines de Xalapa para que, a petición de los condóminos, se dé el desalojo de una persona que “vive” en el tanque elevado de esta unidad habitacional.
Cuando leí el mensaje, no lo comprendí, sentía que había algo absurdo en él… no alcanzaba a entender el porqué desalojar a alguien que “vive” en un lugar.

Vivienda tiene sus raíces en Vivir. Nuestra casa pasa a convertirse en un ser viviente. Hogar viene de hoguera y ésta a su vez, de focus, fuego… imagino las cuevas y alrededor de una fogata, un grupo de personas…

Cuando veo las fotos “me cae el 20”. Alguien se introdujo en el tanque vacío que está a las orillas de la unidad habitacional y sí, hizo de ese húmedo y oscuro espacio su refugio, su rincón, su vivienda.

No puedo dejar de sentir pena por la persona que “vive” allí. Más pena el saber que ha de buscar de nuevo un lugar donde resguardarse en la noche.

Entiendo que haya que desalojarlo porque invade una propiedad que no sé de quién sea, pero también entiendo que alguna autoridad igual debe velar por estas personas que de seguro tienen atrás, arrastrando, una historia de ruptura de los lazos que nos unen a una familia y al final se vuelven sólo parte de la exclusión social y marginación propia de una sociedad cada vez más egoísta, incapaz de comprender qué lleva a un hombre a buscar alimento en un contenedor de basura o hacer de un tanque de agua, su hogar.

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