“El obrero tienen más necesidad de respeto que de pan”
Karl Marx

Hoy cuando se estudia la actuación del desarrollo humano en la administración y en especial de los liderazgos en la administración pública, se ponderan dos cualidades ineludibles para sacar los proyectos institucionales o gubernamentales –de todo tipo—, estos son: a) la experiencia positiva y b) la alta competitividad.
a) La experiencia positiva, se refiere a la práctica que adquiere o desarrolla una persona, que la posibilita de la habilidad y capacidad necesaria para desempeñar de manera ejemplar una función específica. Dicha capacidad está basada en el conocimiento adquirido por las situaciones vividas, ya sea a través del tiempo o en razón de los resultados obtenidos en lo técnico o en lo profesional, que se suma no sólo al conocimiento, sino que también dota de la madurez necesaria para actuar de manera sensible, respetuosa y mesurada a favor del servicio que ofrece la organización.

b) En el caso de los equipos de alta competitividad o competencia, dado que son aquellos conformados por personas perfectamente preparadas en su campo o área, les permite operar eficazmente en equipos que despachan temas especializados del servicio público o la actividad empresarial, social o política, y cuyo rendimiento en situaciones de crisis, puede superar los parámetros normales.

Luego entonces estas dos características son obligadas en los nuevos liderazgos administrativos y políticos, y hoy están haciendo el milagro–en muchos países–al lograr el desarrollo acelerado en la organización y en la acción gubernamental, adecuándose a los adelantos y estrategias innovadoras que exige la vida moderna en las postrimerías de la segunda década del siglo XXI y en las que sigan.
Sin embargo en el caso del sector público, sucede que cuando existen cambios de administración o gubernamentales, es clásico que el personal de confianza que corresponde a equipos de mucha experiencia y de alto rendimiento, puedan ser desplazados por nuevos e inexpertos equipos o ser retirados del servicio, lo que significa un verdadero atentado a la productividad empresarial.
De acuerdo a los estudios del PwC Mexico , está demostrado que perder a gente cuya antigüedad sea mayor a 5 años en una empresa puede costarle a la compañía u organización alrededor de 50 mil dólares y, si se trata de personas con liderazgo o especialistas en un área profesional o comunitaria, pues su costo todavía se incrementara más, particularmente por su bagaje laboral y conocimiento del manejo de los procedimientos o estrategias de movilidad y operación de los sistemas y políticas internas.
Luego entonces, en lugar de ver a ese tipo de personal como pasivo laboral con costo a largo plazo, debiera verse como un activo valioso que debe ser apreciado como un líder que se puede convertir en un coach, mentor o formador de nuevos talentos dentro del sector público o privado, cuyos conocimientos pueden ser potencializados y utilizados a favor de los empleados y de la mision institucional.
En nuestro país y en nuestro estado, está sucediendo algo parecido. Es increíble que las personas con alta experiencia y competitividad sean las que se desplacen o despidan—cuando hay cambios– en lugar de ser aprovechadas. Especialmente en dependencias de gobierno que corresponden a áreas donde se toman decisiones y acuerdos delicados y en donde los errores ponen en riego los recursos económicos, la integridad física de la sociedad , el ambiente, la seguridad, la justicia , el desarrollo y la imagen del gobierno frente a la misma.
Y ya lo vimos en el pasado gobierno estatal de dos años. Llegando, se dieron a la tarea de despedir a un sinnúmero de trabajadores que gozaban de amplia experiencia y capacidad y los remitieron a subempleados o los despidieron fríamente, haciéndolos sentir que todas eran aviadores, corruptos o ineficientes. Craso error. La gran mayoría se trató de personas que tenían tiempo en su función y con mucha capacidad en su trabajo. Y en su lugar se contrataron, en áreas que requerían cierta especialidad, a personas con perfiles limitados lo que dio como consecuencia ineficiencia, paralización del sector y por ende limitación del desarrollo y del crecimiento estatal.
Es claro que cuando hablamos de gente que tiene amplia experiencia y está probada en los equipos de alto rendimiento, estamos refiriéndonos a personas fraguadas en un liderazgo especial que necesita el estado y el país para sacar adelante el gran reto de superar nuestros graves problemas y lograr estar al nivel y en competencia con otros países que viven el desarrollo en lo cotidiano. Por lo tanto no entiendo porque devaluar a trabajadores que tienen todo—capacidad, experiencia, voluntad, etc.–, para seguir sirviendo al estado y al país.
Porque está probado que contar con liderazgos de alto rendimiento y amplia experiencia es fundamental sobre todo cuando las instituciones están en crisis y requieren de tratamientos especiales. Y en el caso del estado de Veracruz, hay trabajadores al servicio del estado que tienen capacidad de sobra y que, una vez más, han sido devaluados o viven la zozobra de no ser contratados nuevamente por el nuevo gobierno. Lo que, por donde se le vea, es injusto.
Ojala se den cuenta que la falta de estos líderes en el sector público o privado, puede significar la diferencia entre ser un gobierno emergente –que todo lo basa en la improvisación o al amiguismo— a ser un sector, un estado o un país líder y con visión humana.
Si las instituciones de gobierno y políticas pensaran en ello, las cosas serían muy diferentes, pues generando justicia laboral en la administración, se privilegia el valor de las personas, se optimiza el servicio y se pugna realmente por el mejoramiento y respeto de la comunidad en su conjunto.
Gracias y hasta la próxima.