Uriel Flores Aguayo

Eran tiempos convulsos y esperanzadores cuando surgió el MOPI en 1989. Por primera ocasión el sistema político se había cimbrado en las elecciones federales de 1988, desafiado en sus reglas por el movimiento social encabezado por el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, que derivó en la fundación del PRD. En ese ambiente de lucha e iniciativa progresistas, activistas y gestores sociales decidimos darle nombre a nuestra labor constante. Es así que, en octubre de ese año, surge el MOPI, orientado a la movilización contra injusticias, gestiones de suelo, obras y servicios con un discurso libertario. Nos sentíamos parte de algo más amplio, de un bloque que promovería las transformaciones de México. Hicimos calendario fijo de actividades públicas, acudíamos a dar solidaridad a quien lo necesitara e intentábamos generar debate de ideas. Fuimos sustento cotidiano y visible, junto a otras expresiones populares y ciudadanas, del proyecto político democratizador más importante en la etapa moderna de nuestro país, el PRD. Inyectamos un rasgo de pluralidad política en las colonias populares de XALAPA y de otras ciudades veracruzanas; en la organización social territorial dejó de ser exclusivo e invencible el PRI.

Ponernos las siglas del MOPI era la formalización de otra etapa de activismo con acento propagandístico y de campañas de denuncia y solidaridad que llevaba, al menos, otros 13 años. En esencia pensábamos igual pero ya no queríamos quedarnos en lo testimonial, nos urgía pasar a las acciones concretas y de resultados tangibles. No estábamos conformes con el clientelismo tricolor ni con las limitaciones para ser libres. Nos pesaba el autoritarismo y queríamos vencerlo. Creímos que organizando a la gente, movilizándonos y exigiendo derechos estábamos aportando a los cambios que, en esas fechas, todavía eran más que remotos. Resistimos las convocatorias y ofertas Salinistas. Fuimos coherentes con el proyecto Cardenista. Así pasó el tiempo. Con altibajos. En paz y con represiones. Con derrotas políticas y algunos triunfos. Involucrados electoralmente y con cargos de elección popular gracias al trabajo de base nunca hubo condicionamiento partidista. Siempre se han respetado las afinidades políticas aunque coincidamos en lo esencial.

El recorrido es largo, ha habido de todo. El solo número de años indica convicciones firmes. Se sostienen formas libertarias y justicieras. Está intacto el ánimo de lucha, la fuerza, y la disposición a la solidaridad con causas sociales. El tiempo marca, en este caso para bien; nos dimos un estilo de ser colectivo, de organización fraterna, donde la credibilidad y la confianza están por delante en nuestras relaciones. En algún sentido somos una familia, muy unida, que perdurará más allá de las coyunturas políticas y las propias siglas. Esta labor popular es esforzada, cansada; no tiene mucho brillo y siempre tiene la disyuntiva de la manipulación o la liberación. Es común el uso económico y político de las necesidades de la gente; romper con eso es complejo y tiene un sentido democratizador. El MOPI ha puesto su granito de arena en las transformaciones por sus acciones y por su ejemplo.

Ahora se tienen gobiernos que se reivindican como transformadores y que dicen aspirar a cambios profundos. En principio son respetables. Falta ver su rumbo y las medidas concretas que toman, que tanto impactan en el bienestar y la libertad de la gente. Hace un poco más de cuarenta años, 30 de ellos ya como MOPI, luchábamos contra el partido de Estado, las elecciones fraudulentas, el corporativismo social, la manipulación política de los programas sociales, la represión, la falta de información creíble, el culto al presidencialismo, los abusos de poder, etc.. Superar todo eso en sus rasgos mayores fue un proceso de luchas, movilizaciones y liderazgos dados en determinados contextos. En las transiciones municipales locales mucho tuvimos que ver; fue uno de los pilares para los cambios nacionales. La palabra proceso es la que explica mejor las transformaciones políticas que hemos vivido en México: no efecto de un acto, no algo súbito o mágico y mucho menos logró de algún personaje. Es resultado del compromiso, muchas veces anónimo y más que sacrificado, de millones de compatriotas. Desde los viejos opositores comunistas y de izquierda, los sindicalistas que pagaron con cárcel, los campesinos que enfrentaban bandas armadas, los estudiantes rebeldes y la ciudadanía que poco a poco jugó un papel de movilización imparable.

En mucho de eso ha estado el MOPI, firme y libre, comprometido e incondicional con las causas justas, siempre del lado popular. Es extensa la lista de luchas y logros. Es motivo de alta satisfacción. Tener ideales y mantenerlos es una virtud en donde sea; sobre todo en estos tiempos de pragmatismo casi absoluto, de indefiniciones ideológicas y culto a personalidades. Decir algo ahora requiere mayor claridad para no perder rumbo e identidad. Unos resultados electorales como los ocurridos recientemente traen ilusiones, retos y compromisos. Por sí mismos no garantizan algo mejor, tienen que pasar por las pruebas del tiempo, la eficacia y la condición humana en su capacidad y nivel ético. Con más o menos democracia, que queremos de calidad y con derechos plenos, habrá que atender áreas y grupos que sostienen banderas indispensables: colectivos de paz, feministas, ambientalistas, de la diversidad sexual, municipalistas, de la cultura y artísticos, del campo, de lo sindical y popular, etc..

En los últimos años nos volvimos más ciudadanos y partidarios de la legalidad, dejamos aparte la militancia partidista, abrazamos la pluralidad y la riqueza en el debate de las ideas. Somos cada vez más libres, somos dueños de nuestro destino. Seguimos cultivando las posiciones justicieras junto a la gente sencilla. Mantenemos la gestión social y la actitud de lucha. No claudicamos. Nuestras metas son colectivas y se sostienen con convicciones. Treinta años son suficientes para tomarnos en serio internamente y hacia el exterior. La historia sigue…

Recadito: nos vemos el día 27 de este mes en el conversatorio del MOPI-Ver, Casino xalapeño a las 18:00 horas.

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