¡Navidad!

Por José Miguel Cobián

 

Estas fechas siempre se relacionan con alegría, con amor, con paz. Recordar que la naturaleza humana también tiene su lado bueno siempre es necesario, y la tradición, mucho antes del nacimiento de las religiones así lo marcó.

 

El solsticio de invierno llega el día más corto del año.  Para los antiguos seres humanos, la oscuridad traía peligros.  Ver cómo a partir del solsticio de verano, los días comenzaban a ser más y más cortos, y las noches más y más largas, generaba inquietud.  De ahí surgieron los mitos que iniciaron el celebrar aún al inicio del invierno, pues si bien el frío cada vez era mas agresivo, para los primeros humanos era más importante la duración de la luz solar, que la propia temperatura.

 

Mientras más alejado del ecuador se encuentra un ser humano, mas notoria es la diferencia de duración entre el día y la noche. Así, que la tradición de celebrar el solsticio de invierno debió surgir en el hemisferio norte del planeta.  Y de allí transmitirse a todos los pueblos de la tierra.

 

El triunfo de la luz sobre la oscuridad, se equipara al triunfo del bien sobre el mal, pues a fin de cuentas la luz se asocia a la tranquilidad y seguridad mientras que la oscuridad se asocia a lo contrario.

 

Muchas fueron las culturas que asociaron la fecha del solsticio de invierno a recordar al ser humano que el bien triunfa (cuando menos en la utopía).  Los griegos y romanos llevaron estas fiestas a niveles de semanas de celebración y alegría.  A fin de cuentas estaban a la altura del trópico, no sufrían los cambios tan fuertes como los nórdicos.   Las Saturnalias eran fiestas paganas para celebrar lo que hoy, se sigue celebrando en varias religiones.

 

En tiempos del cristianismo primitivo, el culto a Mithra estaba muy extendido, sobre todo entre comerciantes y soldados.  Mithra era una deidad derivada del culto a Zoroastro en la antigua Babilonia, muy socorrida desde un par de siglos anteriores al nacimiento de Cristo. Por ello, el cristianismo primitivo competía con ella para lograr adeptos.   También el nacimiento de Mithra como el de muchas otras deidades, incluidas egipcias y babilonias se relacionaba con el solsticio de invierno. El eterno triunfo de la luz sobre la oscuridad.

 

Los primeros cristianos al no tener una fecha exacta de la fecha del nacimiento del salvador, decidieron asociar también su nacimiento a la fecha por antonomasia, la fecha más importante de todas las culturas civilizadas, y por civilizadas se entiende aquéllas con mínimos conocimientos de astronomía, tan importante para definir los ciclos de siembra, cosecha, épocas de seca y de lluvia, etc., es decir, las fechas que permitirán que la civilización que las conoce tenga mayores posibilidades de supervivencia.

 

Por ello, y ante un sincretismo que no fue invento cristiano, sino que se aplicaba desde mucho tiempo atrás, se decidió en la religión que sería predominante en occidente, que la celebración de la luz del mundo, el salvador, aquél que cambiaría por fin la naturaleza humana, el mensajero de Dios, quien porta el mensaje de salvación de vida eterna, de amor entre los seres humanos, debía de haber nacido también en esa fecha, por ello, nosotros celebramos la navidad.

 

Todo lo anterior tiene la finalidad de recordad que la celebración de la navidad es un símbolo para muchos pueblos de la tierra, cuyo fin primordial es recordar que los seres humanos anidamos en nuestro corazón el bien.  Es tiempo de reunión familiar, de recordar a los seres queridos que ya no nos acompañan, es tiempo de perdón, tiempo de dar y de recibir.

 

Una de las mejores tradiciones que por increíble que parezca también tiene su lado oscuro. Para quien está solo o simplemente deprimido es la peor época del año. Precisamente porque es tiempo de reflexión sobre lo que se hizo, para poder corregir errores, y sobre todo, para corregir el daño que se hubiera realizado, es también un tiempo de introspección en medio de la alegría de la fiesta con los amigos. Y eso, a muchos seres humanos les profundiza sus sentimientos de fracaso, de soledad, de añorar los tiempos pasados.  Por ello, también el invierno y en particular la época de navidad es la época de mayores suicidios, y de enorme tristeza para muchos.

 

Durante todo el año sobrellevas la pena por aquéllos que ya no están entre los vivos, pero siempre, en navidad recuerdas la última navidad, esa última vez que conviviste en términos de amor con ellos.  Así que estas épocas también son las épocas de la nostalgia.   Del sabor agridulce de compartir con los seres queridos que están a tu alrededor, y añorar a aquéllos que también querías y te querían, pero ya no están a tu lado.

 

Te invito en estos días en los cuales media humanidad celebra una tradición que se pierde en la noche de los tiempos. Puedes ser creyente o ateo, creer en Cristo o en otra deidad, o simplemente no creer, sin embargo, tu participación activa en todo el proceso de la celebración de la navidad te une a la historia de tu propia especie.

 

Temer al mal, temer a la ignorancia, amar la luz, amar la sabiduría, amar a todos los humanos,  comprometerte a luchar por el bien, reflexionar, corregir errores, reunirte con tus seres queridos, dar y recibir alegría y paz.  Celebrar el triunfo del bien sobre el mal, o celebrar la llegada del hijo de Dios, o de un profeta, según en lo que creas, te convierte en parte de un todo mucho más grande de lo que te puedes imaginar.

 

La navidad no son los regalos en el árbol, recuerdo del sincretismo con los druidas.  Ni las posadas, recuerdo del sincretismo con las tradiciones previas a la conquista. Celebrar la navidad, vivirla intensamente, con su alegría y su añoranza, representa también revivir año con año la esperanza de un mundo mejor, de una humanidad mejor, de la lenta y constante mejoría de los seres humanos, su evolución de animales instintivos a seres pensantes capaces de una sana convivencia social.

 

Recuerda que la navidad es amor, y amar implica responsabilizarte por tu suerte y la de tu prójimo. Amar sin hacer no sirve de nada.  Amar y sólo dar una vez al año no sirve de nada.  Todos los días del año, en verano y en invierno, de día y de noche, los seres humanos estamos obligados a luchar contra el mal, interno y externo, para lograr un mejor mundo para nosotros y para los otros. Por nosotros y por los otros.   Ese es el enorme mensaje de la navidad, por encima de cualquier otro.   Por eso, la navidad es un momento de reflexión y de acción, de amor y de paz…….  O cuando menos, debería serlo.

 

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