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Crónica de Xalapa / Noé Zavaleta

En Jardines de Xalapa y en el Fraccionamiento Valle Real, la cuarentena por la pandemia del Coronavirus ya se empezó a tomar en serio. Crónica de Xalapa te presenta una bosquejo de como se va adaptando la gente a salir muy poco de estos edificios departamentales.

Un niño pelotea solo en una cancha de fútbol rápido ubicada atrás de la calle Madeira en el fraccionamiento Valle Real. Se le ve serio, cabizbajo, probablemente reflexivo. El ejercicio que hace es rutinario, dos, tres dominadas de balón, apunta y tiro al arco. Gol cantado, no hay portero, pero tampoco hay otros niños para festejar la anotación. En cinco, seis, en “n” cantidad de ocasiones el niño va a recoger el balón detenido en la guarnición de un área verde después de pasar la línea de gol de la portería. Trae un jersey azul con el número 27, el único futbolista famoso que me viene a la mente con ese dorsal en la espalda, es “el grandote de Cerro Azul”, Carlos Hermosillo. Que feo –pienso- se ve una cancha de fútbol sin niños, que feo también –concluyo- terminó la carrera de Hermosillo en Cruz Azul, después de haber jugado en América.

El atardecer cae en uno de los conjuntos habitacionales más nuevos del municipio vecino de Emiliano Zapata. El camión que va para Banderilla apenas lleva dos pasajeros, el que acaba de llegar del Infonavit Buenavista apenas desciende uno. El lado sur de la ciudad se ha quedado en completa calma.

Foto: Noé Zavaleta

Foto: Noé Zavaleta

Por esta zona, reside la burocracia del Orfis, la Fiscalía. la SEV y los empleados de negocios cercanos a Plaza Américas, Torre Ánimas y Torre JV. De los edificios de la manzana 14, 12 y 10 que rodean las avenidas Madeira, Galicia y Bora solo se escuchan los murmuros y el bullicio intramuros. El inconfundible sonido de la televisión en sus diversas modalidades: “La telenovela del Canal de Las Estrellas, Netflix y alguna temporada de la serie Narcos o Elite o los sonidos de los videojuegos.

Afuera, en los pasillos: “Ya no sopla ni el viento”, me confiesa un empleado de Limpia Pública, quien admite que tenían días de no aparecerse por aquí, con la cuarentena, probablemente regresen el viernes, sino es que –admite- hasta la próxima semana.

Foto: Noé Zavaleta

Foto: Noé Zavaleta

En los andadores se ven perfectamente estacionados autos compactos. Reflejo irrestricto que la clase media ya salió de trabajar y decidió “guardarse en su casa”. Los Chevy, los Tida, los Spark, los Sentra, Aveo y demás coches ocupando cada cajón de estacionamiento disponible. Señal de que a las seis de la tarde, ya todos están guardados en casa. “Susana distancia” del gobierno federal y el “Abraham Sealaverga” de las redes sociales van surtiendo poco a poco el efecto deseado. De plus, y para ser inclusivos, el “Abraham Seperras”.

La central de abastos de Xalapa ubicada a un costado de Valle Real luce una preocupante calma. Apenas dos camiones torton para carga de mercancía (jabón y legumbres) y un tráiler para descargue (cítricos). A sus ritmos de abasto, pero la central, también ha tenido su propio aletargamiento a causa del coronavirus.

Foto: Noé Zavaleta

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En Plaza Américas el panorama es aún más desolador. Faltando diez minutos para las cuatro de la tarde, los empleados de Cinepolis recibieron la instrucción superior de no vender un solo boleto más. Solo se respetaría a los cinéfilos que compraron ticket con una hora de anticipación a la función. La película Emma con Gael García como protagonista apenas tuvo cuatro espectadores. Confieso sí, que a mí ya no me quisieron vender entrada.

A nivel nacional se distribuyó un comunicado en donde todas las salas de Organización Ramírez bajarán sus cortinas a nivel nacional. El séptimo arte tendrá su propia recesión. En rede sociales, se hizo viral la emotiva despedida de un Cinepolis capitalino quien decidió poner en su marquesina: “El Cine nos enseñó que siempre hay un final feliz, te vamos a extrañar. Cuídate”, en franca alusión a sus miles de clientes en el país.

A quince kilómetros de ahí, en el primer reducto de entrada a la zona norte de la Atenas Veracruzana, un gato negro con motas amarillas obscuras corre a toda prisa por los andadores de los edificios Cedro y Pino en Jardines de Xalapa. Enfrente en una gran área verde, menos de cinco niños, menores de cuatro años se entretienen en un área grande de juegos ubicado en medio de una inmensa área verde. Aquí también la seriedad de la cuarentena empieza a tomar forma. No hay señoras bajando “el super” de sus coches, no hay novios “resolviendo el mundo” bajo los frondosos árboles, no hay jóvenes echando la caguama en las jardineras de los condominios. El 75 por ciento de los pobladores de este conjunto habitacional parece ya estar guardado. La tarde cae, y los camiones por esta zona escasean, ha llegado también, solo por hoy, la hora de confinarse.