La felicidad en el matrimonio

Juan Noel Armenta López

Cuando selecciona la persona a la pareja que lo acompañará en la vida, nunca se debe preguntar: ¿Iré a ser feliz? La pregunta debe ser: ¿Soy capaz de hacer feliz a mi pareja? Hay estrategias ya muy dominadas para ser feliz en el matrimonio: Si la señora dice sí, uno dice sí. Si la persona dice no, uno dice no. La mayor parte de los divorcios está fincado en decir no a lo que es sí, y decir sí a lo que es no. Otra estrategia en la trinchera del matrimonio es tener por sabido que la señora es quien lleva la responsabilidad mayor en el matrimonio. El señor debe por siempre ser el poderoso auxiliar de la responsable. Si el número dos, el esposo, pelea el primer lugar, la estrategia es equivocada y todo terminará mal, y eso no es bueno para una felicidad eterna. Muchas veces los matrimonios son tan infelices que la viudez es equiparable a la conmutación de la pena. La paz y la felicidad son conceptos éticos que hay que saber administrar sabia y prudentemente. Nunca compres el refrigerador y la estufa de color blanco. L a señora pensará que casarse de blanco fue un error, y que su esposo compró los muebles de color blanco, solo para recordarle a ella los deberes del hogar. La democracia no existe en el matrimonio. La democracia afuera y adentro del hogar no existe. La democracia en el pueblo, consiste en preguntarle a unos cuantos lo que es potestad de la mayoría. La democracia dentro del hogar no existe, uno decide lo que sería potestad de dos. Así es que para vivir en democracia, solo tome usted lo ya establecido. Por otro lado, si usted es aficionado a ver el fútbol los domingos, haga usted buenos regalos al árbitro, pero no al del campo de juego, regalos al árbitro del campo del hogar. Cuando hablamos de regalos al árbitro del hogar, estamos hablando “universalmente” a lo que agrada, exige, y pide el árbitro interno del hogar. Si usted regala como aquí le decimos, usted puede sentarse cómodamente en su sillón preferido frente al aparato de televisión. Como por arte de magia, mientras espera que gane el mejor equipo del mundo, su preferido, el gran y único equipo: el América, sus chanclas llegará, hasta el calor de sus pies fríos. La botana surtida lo acompañará con solo estirar la mano. Si olvidó sus lentes, llegarán en una hermosa charola de plata acompañados de una sensual sonrisa de satisfacción. Pero si usted, por el contrario, no “cumplió” con los “regalos”, prepárese a recibir las amonestaciones, como en el fútbol, de un árbitro vendido que nunca ve las malas jugadas del equipo que no es de su preferencia. El árbitro, además de decirle cosas que fueron de épocas pasadas, terminará por apagarle el televisor jalando el cable, sorrajarle la charola de plata con todo y botana, quitarle las chanclas y pronosticarle a gritos que perderá el América por ser un equipo ya considerado una escoria. Todo eso si usted como buen jugador del América no supo jugar, y solo dio patas de ahogado. Así es que usted debe saber jugar siempre. Si usted jugó bien prepárese a recibir la más grande de las ofensas:  Sus nietos y sus bisnietos, solo le dirán: ¡Qué bien se ve el viejo!, ni parece que tuviera cien años. Gracias Zazil. Doy fe.