Lugar:
Fuente:
Universidad Veracruzana
  • En el XXII Coloquio Internacional sobre Otopames se realizó la charla “Agua y territorialidad otopame 1”, moderada por Phyllis Correa.  

 

José Concepción Arzate Salvador habló de la presa “José Antonio Alzate”, ubicada en Tlachaloya.

 

Karina de la Paz Reyes Díaz.. 

Las afectaciones que hacausado construcciones de presas en comunidades otomíes del Estado de México y Guanajuato, fueron tema del XXII Coloquio Internacional sobre Otopames, cuya sede fue Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana (UV) y la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI). 

La Mesa 3 “Agua y territorialidad otopame 1”, moderada por Phyllis Correa y que se desarrolló el 20 de octubre, estuvo integrada por cuatro ponencias, tres de ellas versaron sobre esa temática en común. 

José Concepción Arzate Salvador, Carlos Alberto Flores Armeaga y Rosaura Yépez Vásquez presentaron “Yo no quería la presa, pero me la heredaron: formas de vida en una comunidad otomí de Toluca afectada por una obra hidráulica. 

Arzate Salvador citó que desde el siglo pasado las presas se convirtieron, poco a poco, en figuras representativas del desarrollo y fueron durante mucho tiempo símbolo de prestigio, modernización y progreso económico. 

En el caso de la que le ocupó está ubicada en Tlachaloya, comunidad indígena otomí –de las pocas que siguen vigentes–, cuyo nombre es “José Antonio Alzatedata de 1962 y se construyó por decreto presidencial. 

“Los habitantes del lugar señalan que ellos no pidieron la instalación de la presa en su territorio, pero el gobierno se las impuso argumentando que acarrearía beneficios económicos para la población estatal; sin embargo, con el paso del tiempo comenzaron a presentarse problemas que han perdurado por muchos años. Es así que la población otomí tiene que cargar con una herencia no deseada que permanecerá con ellos durante muchas generaciones.” 

Un cambio que se vive día a día es la disminución constante en los hablantes de otomí, pues antes de la presa más del 80 por ciento de la población hablaba tal lengua materna, el 30 por ciento de éstos eran monolingües; actualmente, ni el seis por ciento de la población la habla, expuso José Concepción Arzate. Entre los motivos mencionó la movilidad que se propició hacia la ciudad de Toluca y la enseñanza del español a través del sistema educativo. 

“La comunidad, antes de la presa, complementaba su subsistencia con actividades propias del medio lacustre. Su dieta estaba basada en el consumo de peces, aves y plantas que les proporcionaba el río y zonas anegadas; sin embargo, con la instalación de la presa y derivado de la constante contaminación y deterioro del ambiente, las posibilidades de obtener estos productos se volvió imposible.” 

Una ponencia más fue la de Héctor Santaella Barrera: “La presa Taxhimay, el desplazamiento de un pueblo otomí (ñöthó) del Estado de México”. Mientras Juan Martín Trujillo García hizo lo propio con “Memoria e identidad en población otomí afectada por la construcción de la presa Allende en Guanajuato. El caso de los ejidos San Agustín González y San Marcos de Begoña, en éste se ilustró tanto la reubicación como el desplazamiento y nuevo asentamiento de poblaciones, fenómenos propiciados por la construcción de presas.  

Además, Martha C. Muntzel presentó “Peregrinaciones tlahuicas, enlace territorial y reproducción de la identidad histórico-cultural”.