Lugar:
Fuente:
Universidad Veracruzana
  • La egresada de Danza Contemporánea UV ganó el Premio Arte, Ciencia, Luz 2020 .
  • “La neurociencia ha demostrado características humanas que sólo se desarrollan a partir del movimiento del cuerpo, del ritmo y del contacto”, dijo. 

 

Tania Ochoa en la coreografía Siento que puedo verme de Esther Landa (fotografía de Luis Graillet).

 

Karina de la Paz Reyes Díaz.. 

Aportes de la neurociencia para la danza contemporánea es la tesis con que Tania Ochoa Miranda logró el Premio Arte, Ciencia, Luz al mejor trabajo recepcional 2020 de la Universidad Veracruzana (UV), investigación que le permitió comprobar que la ciencia y el arte son dos caras de la misma moneda, ambas necesitan de la curiosidad, la imaginación y la creatividad. 

Obtuvo el galardón en la categoría Licenciatura del Área Académica de Artes, pues es egresada de Danza Contemporáneaprograma adscrito a la Facultad de Danzay trabajó bajo la dirección de la académica Guadalupe Ruiz Pimentel. 

En entrevista para Universo, aclaró que la danza no necesita de la neurociencia ni de la aprobación científica para existir, pero sí de las personas, y en esta sociedad moderna a veces es necesario recurrir a los recursos más “objetivos” para que algo sea atendido (aunque gran parte de su trabajo está dedicado a ver el lado subjetivo de la ciencia). 

En su opinión, la danza contemporánea es la disciplina artística más relegada por la sociedad, a la que menos se le dedican recursos, la más desconocida por el común de las personas. 

En ese contexto, ella espera que su trabajo y la neurociencia sirvan para que la sociedad se acerque a tal disciplina artística; de igual modo, para que los creadores de ésta descubran nuevos caminos para acercarse a la sociedad. 

 

Siendo estudiante de Danza Contemporánea, ¿qué detonó tu interés por las neurociencias? 

Mi interés específico en la neurociencia surgió a partir de presenciar una conferencia ofrecida por Koncha Pinós-Pey en la Unidad de Artes de la UV, sobre la neurociencia del bienestar y su relación con las artes. Posteriormente, cursé el Diplomado Neurociencia del Bienestar y Artes Escénicas, dirigido por la misma Pinós-Pay en conjunción con la Facultad de Danza. 

Al ir conociendo más sobre el tema, comprendí que desde varios años atrás había experimentado los aportes de la neurociencia en mi formación como bailarina, pues desde que cursé el entonces Ciclo Propedeútico de la Facultad experimenté las propiedades de las técnicas somáticas (técnicas que en gran parte se han basado en los aportes neurocientíficos, para fundamentar la importancia del autoconocimiento a partir del contacto y movimiento consciente). 

En otras palabras, mi interés hacia la neurociencia surgió por el hecho de ser estudiante de Danza Contemporánea, pues fue la misma Facultad la que me otorgó la oportunidad de adentrarme al mundo de la ciencia desde la mirada del arte, del movimiento y del cuerpo. 

De manera personal, siempre me ha gustado conocer y aprender cosas distintas, en algunos periodos esto ha sido algo conflictivo porque me he sentido dispersa. 

Con la neurociencia me sentí identificada, pues el fundamento para formar esta empresa científica fue intercambiar perspectivas entre disciplinas especializadas, en busca de respuestas en torno al sistema nervioso y a su relación con el comportamiento humano. Así que podría decir que la neurociencia es una escuela de la transdisciplina, y en ella sentí que encontraba una base para hilar distintas cosas que han sido de mi interés como son la danza, la educación, la investigación, la meditación y las artes en general. 

 

¿Cuáles son las aportaciones principales de tu investigación? 

Un gran objetivo para realizar esta investigación fue dar mi aportación para revalorizar a la danza ante la sociedad, al recopilar investigaciones que muestren la danza como lo que en verdad es: una necesidad básica para la humanidad. 

La neurociencia ha demostrado características humanas que sólo se desarrollan a partir del movimiento del cuerpo, del ritmo y del contacto. La danza implica la sincronía de todos los sentidos para lograr coordinar cuerpos y emociones, genera una conciencia de pertenencia grupal como ninguna otra disciplina. 

Además, danzar brinda la posibilidad de tener una representación mental más flexible de nosotros mismos, pues constantemente descubrimos aptitudes de nuestro propio cuerpo que anteriormente creíamos imposibles o que simplemente no podíamos imaginar. 

No es necesario hacer movimientos acrobáticos para lograrlo, puede ser a partir de algo “simple” como descubrir que se puede dar un mensaje con tan sólo mover la espalda. 

También, a partir del descubrimiento de las neuronas especulares, la danza y las demás artes escénicas han recuperado de manera irrefutable e irremplazable su valor para conectar, empatizar y comunicar, convirtiendo a la danza en una pieza esencial de la educación. Della surgen imágenes, y a partir de la imagen es que se puede crear, al imaginar nuevas ideas y escenarios para vivir. 

El segundo, pero no menos importante objetivo de esta investigación, es hacer accesibles para los creadores de danza contemporánea algunos de los descubrimientos neurocientíficos que consideré ventanas potenciales de exploración. 

Creo que la neurociencia es una valiosa fuente de conocimiento para ayudar a comprendernos como especie, para enriquecer nuestra autoimagen, para ayudarnos a creer en el valor de las imágenes que creamos y seguir evolucionando a partir de ellas. 

Desde mi entender, la danza contemporánea necesita seguir nutriéndose de conocimientos, para continuar siendo la danza de la evolución. 

 

¿Qué significa para ti ser ganadora del Premio Arte, Ciencia, Luz? 

Es un gran gozo, significa que los objetivos que planteé al realizar esta investigación se están logrando. Estoy llamando aunque sea sólo un poco más la atención de la sociedad hacia la danza contemporánea, y la atención del gremio de danza hacia la neurociencia. 

La neurociencia y su relación con las artes es un tema cada vez más en auge, pero dentro del acervo de la Universidad es poca la bibliografía que trata directamente este tema relacionado con la danza. No es que sea la primera persona que esté buscando encontrar estas miradas porque –repito– mi trabajo es un compendio de investigaciones de personas que se han interesado por el mismo objetivo, pero creo que mi grano de arena está dirigido principalmente con mi comunidad universitaria, y me emociona que ésta me escuche.