Ventana de la soledad.

 

Recarga los codos en la barandilla de madera. Se inclina hacía el vacío. Apoya su mentón en el puño derecho. Meditabunda, deja ir su mirada al infinito. La calle está desierta. El viento sosegado se ha detenido entre sus cabellos. No se mueve una hoja de los frondosos liquidámbares. Ninguna flor asoma entre el verdor intenso del jardín. El océano gris del cielo de una marejada vuelca a la deriva el cúmulo de nubes; blancas y grumosas, se dispersan sin rumbo, como barcas de velámenes destrozados que desaparecen ante el soplo de la ventisca. Se escucha un silencio de boca de muerto, de sepulcro recientemente cubierto. Quisiera dar un grito. Una lágrima cae e interrumpe el inesperado vuelo de una abeja. Aclara su garganta. Se queda callada. Observa con detenimiento que en la empedrada callejuela, como una fiera inquieta, de un lado a otro, camina la soledad.. Manuel Antonio Santiago. Retrato de Victor León.