POR LA VERDAD Y LA CONFIANZA
ALFABETIZACIÓN UNIVERSITARIA
Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo

Por muchos años me tocó revisar textos de mis alumnos en la universidad y me di cuenta de las deficiencias que traían -cuya génesis provenía desde los años de secundaria y preparatoria-, en el tema de redacción, ortografía, escritura lógica y metodológica y sobre todo en la expresión, comprensión y defensa de lo que escribían. Y era verdaderamente lamentable que, alumnos, casi para salir de su carrera profesional, tuvieran esos errores formativos que, sin duda, les ofrecerían un alto costo en su calidad profesional y a la hora de ejercer su disciplina.
En el presente es peor. Los jóvenes -y reconozco que también los adultos caemos en ello-, le apostamos a los verificadores electrónicos y facilitadores de la escritura, que nos brindan las nuevas tecnologías,-en el que se confía de los correctores y se abusa del “copiar y pegar” inhibiendo el ingenio y la originalidad-, y que, quizás puedan sacar del apuro a cualquiera al corregir algo de los textos, pero que no lo es todo, porque a la hora de querer expresar o debatir formalmente sobre lo escrito, no sabemos transmitirlo o defenderlo ante los demás.
Los adolescentes y jóvenes de hoy aprenden la deformación del lenguaje en la cotidianidad. Adoptan como moda el cambiar las reglas gramaticales, ortográficas y de expresión, como si fueran propias; crean y utilizan expresiones banales, a veces incoherentes como un símbolo de exclusividad o identidad generacional y no saben distinguir lo que es el lenguaje informal, -totalmente válido-, del formal, que obliga el conocimiento de una especialidad disciplinar.
Por eso cuando llegan a las universidades, en donde se les obliga utilizar textos o usar un lenguaje especifico de la carrera, no pueden o se les dificulta mucho enderezar lo deformado en su estructura mental, en sus expresiones y menos poder aplicarlo en la construcción de escritos o en la expresión de diálogos disciplinares.
Luego entonces, este es un tema que cada vez se agrava más: el problema de la comprensión lectora de los textos que se requieren estudiar en la formación disciplinar y que, al no poseer el alumno la habilidad y el conocimiento de poder asociar: lectura-reflexión-comprensión-aplicación en los hechos-, hace que éste se dedique a solo copiar textos del internet, repetir y/o memorizar lo leído y a presentar proyectos que dejan mucho qué desear. Y todo ello no le servirá de nada para el momento en que -concluidos sus estudios- deba ejercerlos en su práctica profesional-. La práctica profesional implica, el uso de los conocimientos recibidos en la formación, pero procesados en el análisis, el razonamiento, la deducción y/o inferencia y finalmente el armado de propuestas que se convierte en textos y verbalizaciones vitales para construir diagnósticos, intervenciones, y aportaciones en el ámbito de una disciplina en particular.
Este problema visto de manera general no es exclusivo del Sistema Educativo Mexicano, pero si se debe reconocer que existen países como Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y Australia, donde la enseñanza de la comprensión, expresión y escritura universitaria, es un campo al que se presta una atención relevante debido a que se considera que los estudios superiores deben apoyar la construcción del pensamiento reflexivo y crítico, pero principalmente, el pensamiento propositivo y práctico en sus estudiantes, porque eso puede garantizar la calidad de sus egresados.
En cambio, en el ámbito latinoamericano -con muy contadas excepciones-, las investigaciones coinciden en que los estudiantes universitarios muestran deficientes prácticas lectoras, tales como:
• Incapacidad para establecer un diálogo o debate con los docentes -que a veces éstos están peor que los alumnos-, de los autores leídos durante la formación disciplinar.
• Desconocimiento de los tipos textuales académico-profesionales, corrientes disciplinares y del género discursivo del que participan.
• Incapacidad para inferir la intención comunicativa del autor, para extraer la información más relevante o para juzgar su pertinencia.
• Incapacidad de aplicar lo aprendido, en el ejercicio profesional, con el diseño de propuestas correctamente fundamentadas y redactadas relacionadas con su disciplina, entre muchas otras.
Cuantas veces se ha visto a profesionistas (cualquiera que sea su disciplina) que pueden tener el conocimiento en su mente, pero a la hora en que tienen que expresarse oralmente o a través de la escritura (documentos, informes, minutas, etc.,) terminan delegando el tema a otros porque son incapaces de definir u orientar la idea de lo que quieren decir o escribir. Eso habla de las insuficiencias del profesionista y que, de no corregirse, los resultados que se obtienen de su labor profesional caerán, tarde o temprano, en la mediocridad.
Y el problema viene también del modelo en clase. Cuántas veces hemos visto maestros -que son muy buenos contadores, psicólogos, arquitectos, etc.- pero que no saben enseñar su materia por sus insuficiencias reflexivas y de expresión y, ello marca las diferencias con otros catedráticos -que impartiendo las mismas asignaturas-, sí lo hacen y cuyos resultados en el proceso enseñanza-aprendizaje de sus alumnos es notoria.
Es por esto, que cada vez se ha visto con mayor preocupación el hecho de atender de fondo el problema, que se supone no debería suceder: egresar estudiantes (o la presencia de docentes), que muestran evidentes problemas de comprensión y producción de textos académicos y profesionales y que se proyecta en una deficiente expresión oral de los mismos.
Es ahí donde surge la Alfabetización Académica, entendida como: el proceso de enseñanza que puede ponerse en marcha para favorecer el acceso de los estudiantes a las diferentes culturas y enfoques escritos de las disciplinas. De tal suerte que se favorezca el dominio del discurso escrito, la adquisición del conocimiento disciplinar especializado y al acceso a la comunidad discursiva, a través de la apropiación paulatina y progresiva de los géneros disciplinares y su futura aplicación.
Si bien es cierto que, en el pasado, en algunos planes de estudio universitarios se incluían materias tales como: lectura y redacción y pensamiento crítico y aprendizaje, éstos terminaron siendo cursos irrelevantes a tal grado que fueron eliminados de algunas currículas. Eso habla de la poca importancia y sentido requerido hacia el tema. Porque el objetivo de estas materias no sólo era leer y escribir correctamente, sino que el alumno fuera capaz de reflexionar con espíritu critico lo que lee y pueda proyectarlo con una buena redacción en sus textos, sean tareas, informes, ensayos, proyectos de investigación, etc., y, también, llevar a su vez esas reflexiones y aseveraciones a su ejercicio profesional, viendo de esta manera proyectado su saber en la realidad y, sobre todo, en el resultado de sus servicios que ofrece a la sociedad.
Ante tal perspectiva, las universidades que han dado la importancia que merece el tema de alfabetización académica y se han preocupado porque egresen mejores profesionistas, en la revisión de sus planes, han realizado estudios comparativos entre grupos experimentales y controles (grupos de alumnos que reciben la instrucción sobre el tema, contra los que no la reciben), para observar las diferencias en su reflexión, compresión y expresión oral y escrita. Las instituciones que, sí lo han hecho, han logrado mejorar su sistema de enseñanza y provocado también, cambios muy favorables en la formación. Dichas intervenciones han permito ir descartando los métodos que no son útiles y conservar y perfeccionar lo que sirve a la formación, al desempeño lector y a la proyección del conocimiento.
Ojalá nuestras universidades e instituciones de enseñanza superior se preocupen por hacer esas revisiones, por lo mucho que ofrecen a los estudiantes y maestros interesados, en la mejora de sus habilidades y en su desempeño profesional.
Gracias y hasta la próxima.