«El INE es objeto de permanente crítica y oprobio. Desde su formalización como entidad autónoma en 1996, prácticamente no ha habido gobierno que no le haya metido mano al complejo electoral, usualmente para ajustar cuentas a sus intereses, ejercer venganza contra los integrantes de la instituciones electorales (INE y TEPJF) o intentar apaciguar a algún actor particular». Lo escribe Luis Rubio en «Reforma».. De acuerdo con «El País», el INE es la institución mejor valorada por los mexicanos después del Ejército.